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el siglo sovietico

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INTRODUCCIÓN

Los juegos de poder y la ambición personal forman parte de la historia, pero

también ejercen una presión considerable para que ésta se escriba de un modo

que responda a determinados intereses o causas. Desde sus inicios, el régimen

soviético planteó un desafío radical que se vio reforzado durante la guerra fría

con la polarización del mundo, la carrera armamentística y la consiguiente

batalla propagandística. Todo esto propició las condiciones que permitieron

confundir la propaganda con el análisis. Esta falacia costó muy cara a ambos

bandos, y deterioró no sólo su capacidad para comprenderse a sí mismos, sino

también para descifrar el mundo que los rodeaba. Las consecuencias fueron

peores para la Unión Soviética, que prohibió la libre investigación social,

política e histórica. Pero también se resintió el país en otros aspectos, porque

el fanatismo ideológico, y su tendencia natural a la propaganda, dañaron

considerablemente su capacidad para comprender la realidad nacional y

global y responder a la coyuntura con las estrategias adecuadas.

Durante los años sesenta y setenta, los líderes soviéticos permitieron una

cierta libertad en la temática que abordaban los estudios publicados, y

especialmente los inéditos, así como en la discusión política. Nacieron centros

de estudios de primer orden, gracias a los cuales se pudo analizar el otro lado

del telón. A causa de su talante democrático, en Estados Unidos abundaban

las estadísticas y todo tipo de informaciones sobre el país, cosa útil para los

soviéticos, sobre todo a partir de los años sesenta, cuando estuvieron en

disposición de servirse de dichos datos. De hecho, los expertos trasladaban a

los líderes una imagen bastante certera del mundo exterior y de la propia

Rusia. En qué se empleó todo este conocimiento ya es otra historia, y

dependía de la mentalidad conservadora de los líderes. Con todo, la URSS se

mostró dispuesta en más de una ocasión a jugar la carta de la «coexistencia

pacífica» y a rebajar la tensión. Consciente de su inferioridad, principalmente

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