26.05.2020 Views

el siglo sovietico

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

sensacionales cambios que se habían operado en el ínterin. Mucho más si

cabe que un ruso blanco que hubiera vuelto a su país en los años veinte (un

fenómeno que se produjo) y que comparara la Rusia de la NPE con la Rusia

zarista. Por exasperado que estuviera ante las novedades introducidas por el

régimen, este último aún podía ver a su alrededor a la «Madre Rusia» que

había conocido, y es posible que se hubiera sentido, incluso, tranquilizado. El

funcionario soviético de regreso a Moscú en los años treinta, por su parte, no

se habría encontrado con una sola de las instituciones de la década anterior.

La prensa, los funcionarios encargados de supervisar la NPE, las tiendas, el

sistema de abastos, los debates políticos, la mayor parte de la vida cultural…

Todo se había esfumado. La transformación había afectado a la fábrica, al

ritmo cotidiano, a los eslóganes y, analizado con detenimiento, también, al

propio Partido. La vida política y las medidas adoptadas eran diferentes y

firmes. La imagen de Stalin y las proclamas que alababan al líder cubrían por

igual los muros de las ciudades y las plazas de los pueblos. Retratado en un

primer momento junto a Lenin, su efigie no tardó en aparecer en solitario.

Pero el sentido de todos estos cambios en la iconografía todavía no era del

todo evidente.

Este sistema estatal no tardó en ser bautizado como «estalinismo», y

estaba manifiesta e inequívocamente controlado por el hombre situado en la

cúspide de la pirámide. No quiere decir esto que debamos asignar únicamente

al líder las características del sistema. En muchos aspectos, superaron las

maneras del jerarca a la hora de conducir la situación, y así lo demuestran los

profundos cambios en la manera de gobernar tras la muerte de Stalin. No

obstante, también es cierto lo contrario: muchas características básicas

siguieron vigentes. Uno de los problemas fundamentales a la hora de

comprender la historia del país radica en determinar qué cambió en realidad y

qué se mantuvo en pie, una cuestión que enfrenta, asimismo, al historiador a

un dilema recurrente, enmarcado en el ámbito de la filosofía de la historia:

¿hasta dónde llega la responsabilidad de un líder individual? ¿Es un actor

independiente, es decir, un factor autónomo? De ser así, nos basta con una

biografía. ¿Es, por el contrario, un producto de las circunstancias y de las

condiciones históricas, de las tradiciones del país, del potencial y de las

limitaciones nacionales? En ese caso, precisamos de un ensayo histórico.

Los años treinta no son una etapa fácil para los historiadores, tanto si

estudian factores personales como objetivos. Como ya se ha dicho, hay una

cantidad suficiente de elementos contradictorios en ese período para que haya

quien los retrate como una época llena de glamour, y para que otros la vean

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!