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el siglo sovietico

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otras medidas, pero no siempre habían sido llevadas a la práctica. Los

políticos y los juristas liberales y conservadores discutían cada punto, y no

eran pocos. Otra medida importante fue la creación, el 27 de febrero de 1959,

del Colegio del Fiscal General y de sus equivalentes en las repúblicas, una

medida que tuvo su continuación en diversas inspecciones y en sesiones de

formación a cargo de un grupo de los principales funcionarios de la Oficina

del Fiscal de la URSS, con vistas a fortalecer la lucha contra el crimen y para

mejorar la administración penitenciaria.

No nos extenderemos más en cómo abordaron estas cuestiones los

diferentes órganos gubernamentales. Precisaríamos de monografías

especializadas para explicar esta historia con todo detalle, pero podemos

extraer entretanto algunas conclusiones provisionales. El sistema estalinista

de trabajos forzados gratuitos a cargo de los prisioneros, en su mayoría

prisioneros comunes aunque también había un número importante de

«contrarrevolucionarios» que no habían delinquido, se había convertido ya en

un vestigio del pasado. Y otro tanto podemos decir de los asentamientos

masivos en el exilio, donde cumplían su condena, en algunos casos a

perpetuidad, más de dos millones de personas: en 1960, tales centros

prácticamente se vaciaron de internos y se suspendieron sus sentencias [3] . Por

otro lado, la normalización del complejo penal y penitenciario no pudo ser

inmediata porque se trataba de un sistema que había heredado una poderosa

inclinación al castigo sin preocuparse excesivamente por las pruebas que

demostraban la culpabilidad del sujeto. Aquel sistema no guardaba la menor

relación con la idea de justicia y en los años sesenta hubo un intento de crear

un sistema de justicia propiamente dicho. Tal es la conclusión a la que

llegamos si nos centramos en todos los borradores que hicieron del código

penal y del penitenciario las instituciones penitenciarias y los órganos de

gobierno responsables. Las discusiones y las presiones por seguir adelante

con los cambios que se habían iniciado inmediatamente después de la guerra

persistieron con la llegada de Jrushchov al poder, y se mantuvieron

prácticamente hasta el final del sistema soviético. Una rápida ojeada a la

legislación en vigor en 1984 nos ofrece una imagen clara de los principios

jurídicos que rigieron el trato dispensado a los delincuentes hasta 1991.

Nos ocuparemos, más concretamente, de la política penitenciaria y de la

«ley de trabajo en prisión» que figuran en los códigos relevantes y en los

comentarios a ambos. Se trata de un ejercicio algo pesado pero, desde el

descubrimiento del código de Hammurabi, los historiadores saben hasta qué

punto pueden ser instructivos los textos legales, aunque no sean siempre

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