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el siglo sovietico

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Los conflictos en el trabajo ocupaban mucho espacio en las legislaciones

laborales, tanto en la de la Unión como en las de las repúblicas. Se creó un

sistema formado por diferentes instituciones y con todo un aparato normativo

que permitiera resolver las quejas planteadas por los trabajadores, incluidas

las relativas a la propia legislación. Todas las grandes empresas estaban

obligadas a disponer de una «comisión de conflictos laborales» donde

estuvieran representados por igual los sindicatos y la dirección. En las

pequeñas empresas, el órgano competente era una «comisión sindical». En el

supuesto de que ésta no pudiera resolver un conflicto, lo trasladaba a un

tribunal local, de la ciudad o del distrito. Los conflictos en que estaban

implicados trabajadores veteranos o el personal técnico eran competencia de

la dirección de la empresa. Si el conflicto se resolvía a favor del demandante,

la dirección no sólo tenía que compensarlo, sino también tomar las medidas

necesarias para acabar con la causa que había originado el conflicto. Cuando

la dirección era hallada culpable de haber conculcado los derechos de los

trabajadores, el caso podía llegar a los tribunales [13] . Cuando eso sucedía, el

caso se juzgaba de acuerdo con la legislación civil, los fiscales entraban en

juego y estaban autorizados a aceptar a trámite cualquier demanda, de

acuerdo con una lista muy concreta de instrucciones. Tenían incluso la

potestad de iniciar un proceso si una de las partes infringía la ley. Los

trabajadores inmersos en un conflicto en un cierto escalafón empresarial

podían apelar simultáneamente a sus responsables y dirigirse a los tribunales

si no estaban de acuerdo con la decisión del comité sindical de la empresa,

como también podían hacerlo los patronos. En caso de despido, los

trabajadores podían acudir directamente a los tribunales —también podían

denunciarlos los patronos por los daños que les pudieran haber causado— sin

necesidad de pasar por el comité sindical ni por el comité de conflictos

laborales [14] .

La legislación era extremadamente detallada. Por ejemplo, los

trabajadores podían constituirse en partes legítimas en cualquier acción

judicial sobre cuestiones laborales, aunque cabría preguntarse si los

procedimientos legales no eran excesivamente complicados para los obreros y

mucho más sencillos para los patronos. Sin embargo, según las estadísticas

que tenemos al alcance, podemos concluir que los obreros también sabían

cómo acudir a estos procedimientos en la resolución de conflictos a diferentes

niveles, y emplearon en masa el recurso a los tribunales, que solían decantarse

más por sus motivos que por los de los patronos [15] .

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