26.05.2020 Views

el siglo sovietico

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

concienzudo y su autor era un reputado sociólogo político, Christian

Rakovski, de quien ya hemos hablado cuando estuvo al frente del gobierno de

Ucrania en 1923 y se opuso a los planes de Stalin para la URSS. Acusado de

trotskismo, se exilió en Astracán en 1928, una ciudad con un clima pésimo

para su corazón. No obstante, logró sobrevivir hasta 1934 sin dejar de escribir

estudios críticos sobre el estado del sistema soviético. «Capituló» en 1934,

necesitado con urgencia de tratamiento médico, pero no fue su corazón lo que

acabó con su vida.

El grueso de sus análisis rezaba así: el Partido se ha convertido en una

suma de centenares de miles de personas. Lo que los une no es una ideología

común, sino la inquietud que todos sienten por su propio destino. La cuestión

que se plantea es la siguiente: ¿cómo se puede reconducir un partido

comunista a partir de esta masa amorfa? No hay otra solución que restaurar la

democracia interna en el seno del Partido [4] . No obstante, restaurar el partido

que formaba parte del pasado de Rakovski era una ilusión, y éste era

consciente de ello. En otro fragmento del mismo texto, posiblemente escrito

algo más tarde, se hace eco del debate en el seno del Partido sobre las

versiones del segundo plan quinquenal (1933-1937) que, según las

declaraciones oficiales, tenía que ser un «plan quinquenal sobrio». Para

Rakovski, los años que se correspondían con el plan «sobrio» consumarían la

«separación total de la burocracia y la clase obrera», y asistirían a la

transformación de los primeros en una «clase dominante apoyada por el

aparato del Partido». Unos treinta años más tarde, en una elogiada obra [5] , el

yugoslavo Milovan Djilas se apuntó el tanto de una supuesta innovación

teórica al insinuar que la URSS estaba en manos de una «nueva clase».

A los ejemplos de desencanto entre los cuadros con puestos de

responsabilidad en las proximidades de los circuitos del poder debemos

añadir cómo fueron perdiendo el entusiasmo los miembros de a pie del

Partido. Durante mucho tiempo, nadie puso en duda que, en tiempos de

Stalin, era imposible abandonar el Partido sin dejar la puerta abierta a

represalias. Sin embargo, la desclasificación de los archivos ha permitido

descubrir que se dieron casos así —en ocasiones, incluso, en gran número—,

pero apenas recibieron publicidad, lo que explica por qué ese fenómeno pasó

inadvertido durante tanto tiempo. Los datos de que disponemos muestran que,

entre 1922 y 1935, un millón y medio de miembros, aproximadamente,

abandonaron el Partido, en su mayoría por impago de cuotas, lo que

desembocaba en dejar sin efecto su membresía. Otros cambiaron de trabajo y

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!