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el siglo sovietico

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Todos estos debates se produjeron inmediatamente antes o durante el

replanteamiento radical de Lenin, que duró mientras pudo pensar, hablar y

dictar. En su última y dramática aparición, en el XI Congreso, criticó con

vehemencia a los partidarios de los métodos autoritarios, un aspecto que aún

no habíamos mencionado. Durante esos años, los miembros del Partido

participaban en muchas reuniones públicas en clubes por todo Moscú y

posiblemente en otros lugares; reuniones en las que se criticaba abiertamente,

e incluso se denunciaba, la política del Partido. Algunos miembros

conservadores clamaron contra aquella «actitud desleal» y pidieron a Lenin

que pusiera fin a tales infracciones de la disciplina de Partido. Durante el

XI Congreso, uno de estos «elementos desafectos», Riazanov, se encontraba

en la sala y los partidarios de la línea dura, seguros de obtener el respaldo de

Lenin, le recordaron a éste que había prohibido las facciones políticas dentro

del Partido en 1921, en un momento en que la organización se estaba

desmembrando en grupos y subgrupos. La larga respuesta de Lenin no dejaba

lugar a dudas. No mencionó el episodio de 1921, sino que ofreció un buen

número de ejemplos del pasado que recogían discusiones fundamentales en el

seno del Partido y afirmó que éste no habría sobrevivido, y que no lo haría en

el futuro, de no haber existido la posibilidad de debatir libremente.

El punto que queremos resaltar aquí es el siguiente: el bolchevismo era un

partido político que ofrecía a sus miembros el derecho a manifestar sus

opiniones y a participar en el desarrollo de la línea política, y Lenin quería

que las cosas siguieran así. En su discurso en ese mismo congreso, declaró

asimismo que el Partido debía estar exento de tareas administrativas y

concentrarse ante todo en el liderazgo político, dejando la administración en

manos de burócratas profesionales, las fuerzas del «capitalismo de Estado» y

organizaciones cooperativas.

Éstos eran los aspectos fundamentales de la última versión del leninismo.

Queda claro que Lenin estaba alarmado ante la situación. En sus últimas

apariciones, declaraciones y escritos, arremetió contra el estilo y la esencia de

la política que se habría de seguir tras su muerte con un «No» rotundo y

lúcido. Y esto es algo que no podemos borrar de la memoria histórica.

Como sabemos, el programa de esta gran figura, que encabezó una

revolución radical e hizo un llamamiento a la moderación después de

conquistar el poder, no entró en vigor. La posibilidad de expresarse

libremente acerca de los problemas del Partido, de las diferentes corrientes

que coexistían o de las amenazas que lo acechaban era patrimonio exclusivo

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