26.05.2020 Views

el siglo sovietico

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Expresiones tan contundentes como «colectivización», «dictadura del

proletariado», «comunismo», «centralismo democrático», «marxismoleninismo»

o «vanguardia» apenas guardaban relación con la realidad, cuando

menos las más de las veces.

Con el paso de los años, la orientación inicial del régimen hacia las clases

trabajadoras y campesinas y las masas cedió su lugar a una orientación

distinta: hacia la administración del Estado, sus «órganos» y las diferentes

categorías de funcionarios. Este proceso global de «estatalización», en virtud

del cual el Estado central se erige en una entidad absoluta, culminó con el

culto al Estado, que representaba la actitud de las capas altas de la burocracia.

En las charlas privadas, pero también en público, diferentes altos cargos del

Partido declaraban que los ministerios del gobierno solamente se ocupaban de

cuestiones sectoriales, mientras que el Partido abordaba los grandes

problemas del Estado. Evidentemente, ésta era la respuesta que daban a los

círculos ministeriales, que afirmaban a su vez todo lo contrario. Este toma y

daca nos sirve para comprender mejor el significado de la «estatalización».

Los funcionarios del Partido no se presentaban como las únicas personas

capaces de representar los intereses de la sociedad: competían con otros

burócratas en su afán por convertirse en los mejores portavoces del Estado y

por reafirmar su importancia dentro de aquella estructura.

En los años treinta, la organización que se denominaba a sí misma el

«Partido» ya había perdido su carácter político y se había transformado en

una red administrativa, donde una jerarquía gobernaba al resto de sus

miembros. El próximo paso consistió en privar incluso a esta criatura

administrativa de su poder: en tiempos de Stalin, no tenía sentido hablar de un

partido en el poder, porque sus instituciones no funcionaban, nadie se

interesaba por la opinión de sus miembros y los raros congresos que se

celebraban no eran sino una larga sesión de aplausos.

Es cierto que Jrushchov devolvió el poder sobre el Partido y el Estado al

órgano más importante del Partido (el Comité Central) y a su aparato. Con

todo, en nada cambiaron algunos de sus rasgos principales, ya que los

miembros de base seguían sin tener derechos políticos y el Partido aún se

regía de un modo jerárquico, y carecía de vida política. Con Stalin, el Partido

había perdido el poder, que pasó a manos del líder supremo; después de

Jrushchov, siguió perdiendo poder, esta vez a manos de la maquinaria estatal,

que acabó absorbiendo al cúmulo de dirigentes, convirtiéndolos en sus

portavoces y representantes, para siempre jamás. El proceso de

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!