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el siglo sovietico

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más inadvertida una breve intervención de un tal Andrei Zhdanov —que no

era escritor, sino secretario del Partido— que, casi sotto voce, planteó los

postulados del «realismo socialista» en todas las artes. Que apenas se hablara

de ella se debe a que quedó ensombrecida por las espectaculares

intervenciones de Bujarin, Radek y Ehrenburg, entre otros, personajes mucho

más abiertos e intelectualmente estimulantes.

Todos estos movimientos eran ingredientes importantes de la «nueva

línea», que Ehrenburg hizo suya en una carta a Stalin del 13 de septiembre de

1934 [8] . Confiaba en la nueva política exterior de la URSS, en la entrada en la

Liga de Naciones y en el «frente común» entre comunistas y socialdemócratas

para atajar el ascenso del fascismo. No obstante, se quejaba de la organización

soviética que se ocupaba de las relaciones con los escritores extranjeros,

denunciaba su sectarismo y su gusto por unas discusiones baladíes que

ahuyentaban a los escritores internacionales de prestigio. Tan sólo algunos

autores de renombre, como André Malraux o Jean-Richard Bloch habían sido

invitados al congreso. Al resto, más habría valido no traerlos. En una época

marcada por el creciente poder del fascismo y por su agresividad, Ehrenburg

defendía la posibilidad de crear una asociación de escritores antifascistas en

Occidente que reuniera a las principales figuras literarias y ayudara a defender

a la Unión Soviética. Tal iniciativa era ahora mucho más factible: los

participantes extranjeros habían quedado sorprendidos ante los intercambios

sinceros entre comunistas y no comunistas y se habían convencido de la

fecundidad de la cultura y la literatura en la URSS. Con todo, insistía en que

dicha asociación no debía estar en manos de sectarios.

En una nota manuscrita a Kaganovich, Stalin dejó constancia de su

sintonía con las opiniones de Ehrenburg. Era preciso fundar una organización

como aquélla y hacer que girara en torno de los dos temas apuntados:

antifascismo y defensa de la URSS. Proponía algunos nombres y esperaba

respuesta. Esta carta nos muestra al Stalin más «profesional», lejos de aquel

que se veía rodeado de conspiradores. Sin embargo, el interludio de 1934 no

había tocado a su fin. Kaganovich, el número dos del Politburó por aquel

entonces, alentaba esa «nueva línea» que pretendía fortalecer el respeto por la

ley: «Ahora podemos castigar al pueblo sirviéndonos del sistema legal sin

tener que recurrir a medios extrajudiciales, como en el pasado. Hoy, muchos

de los casos que antes resolvía exclusivamente el GPU pueden pasar a los

tribunales».

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