26.05.2020 Views

el siglo sovietico

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

ocasiones revelaba secretos de Estado incluso estando sobrio, para

desesperación del KGB. Jrushchov fue un reformista, no un estadista; un líder

impetuoso e impaciente con una cierta predilección por las panaceas a gran

escala y, a veces, arriesgadas. De vez en cuando, podía ser de lo más audaz.

La iniciativa del «discurso secreto» contra Stalin durante el XX Congreso

partió de él, y sorprendió a sus colegas recalcitrantes y se impuso a ellos sin

mostrar el menor respeto por las reglas o los cumplimientos. Y fue así como,

de súbito, el Congreso supo que el icono, el ídolo, el símbolo glorioso del

extraordinario poder que había alcanzado el país era un sangriento asesino de

masas. Para los antiestalinistas, fue toda una revelación. Los estalinistas de

todas las tendencias, por su parte, estaban avergonzados, y afirmaban que

aquella descripción era exagerada, cuando lo cierto es que no era sino

incompleta. Para los estalinistas inveterados, lo más vergonzoso era ver cómo

manifestaban su sorpresa tantos jerarcas: ¿cómo podían fingir que no sabían

nada de tamañas atrocidades? De hecho, sólo unos pocos estaban al corriente

de la dimensión real de los crímenes: la secretaria personal de Stalin, un

puñado de miembros del Politburó y los responsables del MVD que habían

dirigido las operaciones.

La denuncia de Stalin y de su culto estuvo precedida de la rehabilitación

de un número importante de víctimas inocentes, a las que se devolvió el

carnet del Partido. Todo este episodio convirtió el terror estalinista en una de

las cuestiones más importantes del primer congreso celebrado tras la muerte

del líder [2] . Antes incluso del «discurso secreto», el Presidium creó, el 31 de

diciembre de 1953, y en virtud de una decisión del Comité Central, una

comisión de investigación en la que figuraban Pospelov, Komarov, Aristov y

Shvernik, y que se bautizó con el nombre de su presidente, Pospelov. La tarea

de este grupo era determinar el alcance de la represión entre los miembros y

los miembros candidatos del Comité Central elegidos en el XVII Congreso,

en 1934. La comisión contó con la ayuda del jefe de el KGB, Serov, y de un

grupo de responsables departamentales de ese mismo órgano: secretaría,

personal, archivos e inspección especial. La Oficina del Fiscal estaba

representada por el ayudante del fiscal militar jefe. Todas estas personas eran,

por descontado, miembros del Partido. En vísperas del Congreso, el

Presidium del Comité Central escuchó el testimonio del prisionero Boris

Rodos, que había intervenido como inspector en algunos casos célebres y que

había sido una figura clave en los juicios políticos de finales de los años

cuarenta. En su declaración, afirmó que Stalin se había encargado

personalmente de todo. Rodos había interrogado a las víctimas y solicitaba

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!