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el siglo sovietico

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En la Unión Soviética —y también en la Federación Rusa—, las mujeres

tenían una media de 2,6 hijos (1,9 en las ciudades y 3,3 en el campo). Los

estudios de la Oficina Central de Estadística mostraban que, para que la

población se reprodujera a un ritmo normal, era necesaria una media de 3

hijos, lo que significaba que la población urbana había dejado de

reproducirse, y solamente crecía gracias a los alumbramientos en las zonas

rurales.

El descenso de los índices de natalidad de la URSS fue más rápido que el

que experimentaron el resto de países socialistas y los países capitalistas.

¿Qué efectos tendría en la mano de obra? Algunos demógrafos afirmaban que

no suponía ninguna amenaza para las condiciones de vida. Sin embargo,

Kasimovski no estaba de acuerdo: si se mantenía esta tendencia, las

condiciones de vida de los trabajadores se resentirían.

La densidad de población en la URSS seguía siendo baja (32 habitantes

por kilómetro cuadrado), y era mucho menor aún en Siberia. La disminución

del índice de natalidad reduciría también el aumento de la densidad de

población y, por lo tanto, la posibilidad de poblar Siberia, uno de los grandes

problemas a los que se enfrentaba el país. Si la tasa de natalidad no repuntaba,

se produciría un estancamiento o incluso un empeoramiento de las

condiciones de vida, que ya eran bajas de por sí.

LAS CAUSAS DEL DESCENSO EN EL ÍNDICE DE NATALIDAD

Los nacimientos habían disminuido durante la guerra y la situación aún no se

había enderezado. La estructura de la población en lo que a género y edad se

refiere había cambiado. En primer lugar, existía una disparidad entre hombres

y mujeres, pero también había un vacío en los grupos de edad de 30 a 50

años. En 1959, la proporción de mujeres y hombres en el grupo de edad de los

20 a los 24 años era de 106 mujeres por cada 100 hombres en las ciudades y

de 98 por cada 100 en el campo. En 1967, las cifras eran de 98 por cada 100

en las ciudades y de 95 por cada 100 en el campo. La situación prácticamente

se había equilibrado en las ciudades, pero había empeorado en el campo. En

el grupo de edad de 25 a 29 años, en 1959 había más mujeres que hombres en

las ciudades, y la situación era peor si cabe en 1967. En el campo, la

proporción era de 131 mujeres por cada 100 hombres. Estos desequilibrios

constituían un serio problema en términos de disponibilidad de mano de obra

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