26.05.2020 Views

el siglo sovietico

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Federación Soviética, la heredera directa de la federación zarista «única e

indivisible», e integrada por las «autonomías» de Polonia, Finlandia, Ucrania,

Crimea, Turquestán, Kirgizia, Siberia y el Transcáucaso, aunque no

descartaba que, en el futuro, se erigieran en entidades independientes. Stalin

enfatizó, sin embargo, que «la autonomía no significa independencia y no

supone la secesión». El poder central debía seguir sosteniendo las riendas de

todas las funciones principales. Según los editores de la colección en que nos

basamos, Stalin consideraba que conceder la autonomía no era sino un

mecanismo administrativo más con vistas a un «unitarismo socialista», un

argumento que expresaba la noción rusa de un «superestado» (derzhava, un

término que emplearemos con frecuencia), el producto de una expansión

cimentada en el papel mesiánico de Rusia. Según esta concepción, anexionar

otras naciones estaba al servicio del progreso. Podríamos añadir que los

editores rusos tal vez no se hayan dado cuenta de que dicho mesianismo no es

ajeno a otros imperialismos, aunque la novedad de este caso radicaba en la

importancia que Stalin concedía a la dimensión «suprarrusa» (sverjrusskost’)

de una política imperial propia que cuestionaba las concepciones de Lenin,

presentadas por Stalin como una desviación nacionalista perjudicial para los

intereses del Estado soviético.

El 10 de agosto de 1922, el Politburó decidió crear una comisión que

habría de examinar las relaciones entre la Federación Rusa y el resto de

repúblicas, que gozaban por aquel entonces del estatuto de estados

independientes. Stalin, el experto en nacionalidades desde antes de la

revolución y que ese mismo año había sido nombrado secretario general del

Partido, se declaró preparado para presentar su plan al día siguiente. Los

cinco estados soviéticos independientes, unidos entre sí por una suerte de

acuerdo contractual, eran Ucrania, Bielorrusia y los tres estados

transcaucásicos: Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Stalin les ofrecía la

«autonomización», es decir, que las repúblicas pasarían a formar parte de

facto de la Federación Rusa. El estatuto de las zonas restantes —Bujara,

Jorezm y la República del Lejano Oriente— seguía todavía en el aire. El

gobierno rubricaría tratados con estos países en materia aduanera, de

comercio exterior, asuntos exteriores y de defensa, entre otros. Los órganos de

gobierno de la Federación Rusa, el Comité Central Ejecutivo, el Consejo de

Comisarios y el Consejo de Trabajo y Defensa, absorberían formalmente a las

instituciones del soviet central de las repúblicas incorporadas, y sus

comisarios de asuntos exteriores, comercio exterior, defensa, ferrocarriles,

finanzas y comunicaciones se fusionarían con los de Rusia. Las áreas

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!