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el siglo sovietico

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que ocupaba, a lo largo y ancho del país, cargos en los sectores económico y

administrativo y en el Partido.

Es innegable que el salario de los apparatchiks de Moscú era bueno. Sin

embargo, en la Unión Soviética los salarios no eran una vara de medir

adecuada para evaluar las condiciones de vida o la valoración que se hacía de

los méritos personales. Además de la satisfacción inherente que provocaba el

hecho de ocupar un alto cargo, las recompensas reales a que todos aspiraban

cabía buscarlas en el sistema de privilegios y prebendas, del cual nos

ocuparemos siquiera sea brevemente.

PRIVILEGIOS Y PREBENDAS

Uno de los privilegios más anhelados era el acceso prioritario a servicios

médicos [7] . La lista de beneficiarios estaba en poder de un directorio especial

del Ministerio de Sanidad, el cuarto, que también tenía a su cargo los mejores

centros hospitalarios. A su mando estaban tres centros de diagnóstico y tres

hospitales de primer nivel, así como un centro especial de diagnóstico y

tratamiento reservado a los miembros del Comité Central, al gobierno y a sus

familias. El primer y el segundo centro de diagnóstico, así como el hospital

universitario y un centro de urgencias, estaban reservados a los líderes de los

órganos del Partido a escala local y central, a los de los órganos del soviet y a

los responsables de las agencias económicas.

La lista de privilegiados creció a raíz de decisiones posteriores del Comité

Central y del Consejo de Ministros, en las que se percibía la bonanza de la

economía nacional, de las organizaciones sociales y de los medios de

comunicación. La nómina acabó incluyendo a cerca de medio millón de

personas. De este modo, los funcionarios de primera categoría, así como sus

familiares, desde los que habitaban en la capital hasta los que estaban

destinados a los distritos, tenían acceso a las mejores instalaciones sanitarias.

El reducido círculo de miembros del Politburó y del Consejo de Ministros

disponía de sus propios servicios de salud en el Kremlin, supervisados por el

Ministerio de Sanidad.

Bastaba con afirmar que se tenía derecho a las «instalaciones médicas del

Kremlin» para dar a entender el rango personal (y sacar partido de él). No hay

mejor fuente que los archivos del Ministerio de Sanidad, donde también

podemos hallar algunos datos interesantes sobre quiénes perdieron las

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