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el siglo sovietico

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Alrededor de los años ochenta, la URSS había alcanzado un nivel de

desarrollo económico y social superior al de China, pero el sistema se vio

atrapado poco después por su propia lógica destructiva. Las reformas

previstas por Andropov podían haberle dado al país lo que necesitaba: un

Estado activo y reformado, capaz de seguir adelante con el papel de motor del

desarrollo, y capaz al mismo tiempo de renunciar a un autoritarismo ya

obsoleto, por cuanto el tejido social había sufrido una profunda

transformación.

Con todo, el recurso al venerable simbolismo del derzhava, que reflejaba

la mentalidad y los intereses de una parte importante de la elite en el poder,

ponía de manifiesto la pérdida de fuerza por parte del aparato del Estado,

cuyos miembros, anquilosados, se servían de su poder con fines personales.

La situación también mostraba la interrupción de cualquier atisbo de dinámica

reformista, precisamente en el momento en que el país pedía a gritos una

reforma. En lugar de añadir el ordenador a la hoz y el martillo, la cúpula se

refugió en el conservadurismo, adentrándose así en un camino nada honroso.

La población vivía sometida a un sistema de unas características y un pedigrí

que venían de antiguo, pero ya no estaban en el siglo XVIII, sino en el XX. El

Estado había perdido pie, y esa «bifurcación», la sociedad por un lado, el

Estado por otro, era nefasta.

El término «absolutismo burocrático», que nos parece adecuado para

describir el sistema soviético, procede de un análisis de la monarquía

burocrática prusiana del siglo XVIII, un régimen en el que, de hecho, el

monarca estaba en manos de su burocracia a pesar de ser el jefe del

gobierno [3] . En el caso soviético, los jerarcas del Partido, señores putativos

del Estado, ya no tenían poder sobre «sus» burócratas.

Diversos exministros sin importancia de la URSS, refiriéndose

nostálgicamente en sus memorias a la gloria del extraordinario poder que

perdieron, no son conscientes de que el período en que se puso de moda la

palabra derzhava coincidió con los años en que el Estado dejó de cumplir con

el cometido que había sido capaz de desempeñar en tiempos, y que

ciertamente había desempeñado. Se convirtió en una sombra de sí mismo, en

el último reducto de un poder que se acercaba a la tumba de la familia de

regímenes anticuados a los que los unían demasiados lazos.

EL FACTOR EXTRANJERO

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