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el siglo sovietico

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llevar a cabo una «despenalización» a gran escala de un sistema

tradicionalmente proclive a imponer penas principalmente de prisión. La

lucha por liberalizar las sentencias se había iniciado mucho antes, en los años

inmediatamente posteriores a la muerte de Stalin, e incluso antes, pero se

recrudeció, y se saldó con éxito, a principios de los años ochenta. La frase «en

busca de la despenalización», enunciada por Todd Fogleson, la fuente de la

que proceden estos datos [10] , describe perfectamente este período.

Los datos del Ministerio de Justicia de la Federación Rusa indican que, en

1980, alrededor del 94 por 100 de los acusados en causas penales fueron

hallados culpables, y que una cifra cercana al 60 por 100 acabaron en prisión.

En 1990, estos números cayeron hasta el 84 por 100 y el 40 por 100

respectivamente. Según Fogleson, es curioso que se produzca un descenso de

tal magnitud, y cuesta explicar el fenómeno únicamente a partir de los

materiales publicados y de las entrevistas (los archivos de la justicia criminal

de finales de los años setenta y de principios de los ochenta siguen siendo

inaccesibles). Sin embargo, el investigador propone, y no sin razón, que la

escasez de mano de obra puede haber tenido algo que ver. Volveremos sobre

este aspecto.

Ahora nos ocuparemos, sin embargo, de un hallazgo importante de

Fogleson en relación con el universo político. En el pasado, los funcionarios

del Partido y de los ministerios de Justicia habían supervisado la labor de los

jueces, mientras que los altos tribunales se limitaban prácticamente a una

tarea de seguimiento judicial. En los años setenta, la campaña de

liberalización de la justicia criminal no estuvo encabezada por el Partido, que

había renunciado a inmiscuirse en este ámbito. Tampoco tenía mucho peso el

Ministerio de Justicia. Quien tomó la iniciativa a la hora de presionar a los

tribunales ordinarios para que «despenalizaran» las sentencias y se decantaran

por condenas que no acabaran en una pena de prisión fueron las altas

instancias del sistema judicial, es decir el Tribunal Supremo de la URSS y sus

equivalentes en las repúblicas. Para ello, se sirvieron de su poder como

instancia de apelación y de control, mostraron su disconformidad y

organizaron seminarios de formación para los jueces.

Los primeros cambios de importancia se produjeron en febrero y marzo de

1977, cuando el Soviet Supremo «despenalizó» todo un abanico de pequeños

delitos, que a partir de ese momento se castigarían con multas o con dos

semanas de reclusión (hasta entonces, la pena mínima era de un año). En

aquellos casos que no consideraban «socialmente peligrosos», los jueces

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