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el siglo sovietico

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La situación fue recuperando lentamente la normalidad en la Lubianka, el

cuartel general del KGB en Moscú. La policía secreta recobró el mando, pese

a que hubo cambios significativos en su modus operandi, si bien éstos no

fueron tan importantes como esperaban los ciudadanos, los juristas y los

intelectuales liberales. La estructura interna del KGB permaneció intacta entre

1958 y mediados de los años sesenta. Con todo, durante ese período, los

cambios que se produjeron y que afectaron al régimen, como la importancia

cada vez mayor que cobraban las leyes y los códigos legales, el papel

considerable que fueron adoptando las profesiones legales o la pérdida de

eficacia de las medidas coercitivas en una sociedad donde el peso del

componente urbano era cada vez más importante, habrían de tener un impacto

en dicha organización. Es cierto que en una estructura tan «sibilina» como

aquella había límites «naturales» en los cambios, especialmente porque

sucedía otro tanto con el régimen en su conjunto, y es importante que no lo

olvidemos. Aun así, los cambios que se operaron no fueron nada desdeñables.

De entrada, el recorte en las competencias de la policía secreta de Stalin

se produjo escalonadamente, por más que fuera en definitiva una exhaustiva

operación de limpieza. El desmantelamiento de órganos extrajudiciales como

las conferencias especiales, los tribunales arbitrarios controlados directamente

por la policía política o las siniestras «troikas» locales constituyeron un paso

decisivo, que tuvo su continuación en la orden al KGB para que entregara los

resultados de sus investigaciones a los tribunales ordinarios. Esta decisión

acabó con la sorprendente arbitrariedad con la que actuaban los servicios de

seguridad y que debían aprovechar al máximo, tal y como les habían

ordenado. Otro de los puntos de inflexión fue la abolición del gulag como

reserva de mano de obra industrial para la policía secreta, y la posterior

desaparición de ésta como agente económico. La campaña que se había

lanzado contra la corrupción y la brutalidad de la policía, secreta o

uniformada, iba en la misma dirección. En la primera parte ya hemos

señalado cómo, en una fecha tan temprana como los años veinte, la GPU

había mostrado su disconformidad ante la supervisión de los fiscales del

Estado, una «sutileza legalista» a ojos de los chekistas, que preferían tener las

manos libres para perseguir a los enemigos del régimen. En aquella ocasión,

los fiscales habían salido derrotados y muchos de ellos perecieron. Pero ahora

el ministerio fiscal volvía a ocuparse de la supervisión de las investigaciones

del KGB, aunque fuera una relación no exenta de altibajos.

Una de las medidas más importantes tomadas durante el mandato de

Jrushchov para frenar la monstruosidad estalinista y cambiar el ambiente que

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