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el siglo sovietico

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su entorno, estaban sobre todo al servicio de sus propios juegos de poder. Tras

ellos, y tras su «pasión por el control», que consumía su destreza y sus

esfuerzos, se intuye la decadencia de su poder político y la tan ansiada

capacidad por manejar todos los hilos. Podemos decir, de paso, que en 1966

Brezhnev cerró una agencia estatal de control muy poderosa, cuyo coste de

mantenimiento superaba la suma del presupuesto de los ministerios de

Sanidad y de Cultura, sin otro propósito que contrarrestar la influencia de su

responsable, Shelepin, un personaje de una ambición desmesurada.

La formación de los líderes en su entorno estaba estrechamente

relacionada con el principio soviético de que la economía nacional era

propiedad del Estado. Este adagio era la fuente del poder monopolístico de la

burocracia y del único tipo de liderazgo que un Estado así era capaz de dar.

Los estratos administrativos, por su parte, experimentaron diversos

cambios como consecuencia del proceso de urbanización por el que estaba

atravesando el país. El nivel educativo, el profesionalismo, las condiciones de

vida y los hábitos culturales eran factores que, necesariamente, tenían impacto

en el funcionamiento interno de la burocracia y entre un cuerpo y el otro.

Aunque no había desaparecido la impresión de que el secretario general era el

líder supremo (¡y punto!), el sistema ya no era una autocracia de veras. El

secretario general podía dominar el aparato del Partido, pero también

dependía en gran medida de él, si bien el ejercicio real del poder y la puesta

en marcha de las políticas, como ya hemos dicho, eran un toma y daca

constante entre las diferentes agencias gubernamentales, proclives a

manipular las líneas formales e informales de autoridad. Sus derechos,

oficiales y oficiosos, siguieron creciendo, tanto que las objeciones que hacían,

así como las contrapropuestas y sus exigencias se habían convertido en un

componente más del procedimiento político y administrativo, y cobraron casi

un estatuto constitucional del que apenas tenemos información. Por ejemplo,

ya hemos visto que el centro era incapaz de obligar a los ministerios a cumplir

con los procesos estipulados pues éstos actuaban, en muchos sentidos,

movidos exclusivamente por sus propios intereses.

Comoquiera que no se podía hacer nada sin los ministerios y otras

agencias por el estilo, los acontecimientos, o, para ser más exactos, las

corrientes profundamente contradictorias que estaban en activo, obligaron a

los gobernantes a adaptarse no sólo a una realidad social cambiante, sino

también a la sociología de la burocracia misma. En este punto, podemos

calificar algunos comportamientos característicos del mundo de la burocracia

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