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el siglo sovietico

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revolucionarios. Las revoluciones no pierden intensidad; todo lo

contrarío. Siempre defraudan las expectativas, pero abren una página

realmente nueva. Lo importante es entender en qué consiste esa

página, sin depositar demasiadas esperanzas en lo que digan los

vencedores o los vencidos … Nuestro socialismo fue, de hecho, un

«capitalismo a la rusa»: capitalista en su contenido tecnológico y

anticapitalista en la forma.

Sobre este punto, Mezhuev repasa las opiniones de pensadores como

Berdiaev, Fedotov o Bogdanov, entre otros, y se inclina por la interpretación

que sigue: para un país situado en la periferia, es difícil combinar

modernización con democracia y libertad. Durante un espacio de tiempo,

alguno de estos factores debe ceder su lugar a los restantes. Los bolcheviques

lo sabían, y por eso ganaron la guerra civil, y por eso también salió victoriosa

la URSS de la segunda guerra mundial. Es, asimismo, el caso de China: ha

optado por combinar una rápida modernización vehiculada por el mercado

con un sistema político antidemocrático. Cualquiera que sea el régimen en

cuestión, la sabiduría no consiste en rechazar el pasado como si fuera un

desierto, sino en considerarlo como un trampolín para futuros desarrollos y en

conservar su grandeza genuina, no la mítica.

Hay que destacar la fe en la ciencia que tenía la variante rusa del

socialismo. Nunca en la historia de Rusia fue el prestigio del científico y del

ingeniero mayor que durante el período soviético, y el régimen abrió las

puertas de la ciencia a muchas personas. Los gobernantes mostraban una

actitud realista y pragmática. Si leemos literalmente sus discursos, Occidente

se equivocaba al interpretar esto como un síntoma de hostilidad. La Rusia

contemporánea, con su nostalgia por los tiempos prerrevolucionarios, está

mucho más lejos de Occidente que los bolcheviques:

Nuestros liberales no pueden jactarse de nada salvo de la destrucción

de estos logros. El futuro de Rusia se debe construir sobre la base de

la preservación y el desarrollo de los hitos del pasado. Es preciso que

exista una continuidad al tiempo que se definen los nuevos cometidos.

En la actualidad, este vínculo con el pasado ha desaparecido. Pero

llegará el día en que será restaurado. Todo esto no supone el retorno a

un pasado pre o posrevolucionario. Preguntémonos qué valoramos del

pasado, qué debemos mantener o preservar; la respuesta nos ayudará a

encarar el futuro… Si no encontramos nada positivo en el pasado, no

hay futuro y no queda sino «olvidarlo todo»… Quienes quieran borrar

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