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el siglo sovietico

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que se pudiera acudir a ella sin ofender ni al Gosplan, ni a la Oficina Central

de Estadística, que trasladaban regularmente al gobierno datos comparativos

sobre el desarrollo de las economías occidentales. El informe en cuestión,

encargado por el Consejo de Ministros, probablemente se completó a finales

de 1966 y llegó a manos del gobierno a principios de 1967. El estudio, en la

línea de las reformas económicas de Kosigin, iniciadas oficialmente en 1965

y que fueron el centro de un debate acalorado, se proponía dibujar una

situación un tanto alarmista que sirviera para reforzar la posición de los

reformistas. El texto presentaba al gobierno y al Gosplan una coyuntura

económica dura. Comoquiera que es imposible acceder a los archivos de

Kosigin, no podemos desentrañar qué opinaba de la situación, pero ese texto

es la mejor pista a nuestro alcance para intuir la ansiedad que le provocaba la

vitalidad del sistema. El informe tampoco decía nada sobre la carga que

suponía el gasto militar, que lastraba el desarrollo económico. Se limitaba a

comentar que los elevados salarios y el aumento de la producción de bienes

de consumo eran requisitos indispensables para que todo el sistema

económico pudiera embarcarse en un desarrollo tecnológico acelerado [5] . Pero

Kosigin ya estaba al corriente de todo esto por otras fuentes.

Sabemos que los economistas de la Academia demostraron que la URSS

se estaba quedando atrás en todos los indicadores de importancia, salvo en los

que se habían considerado factores de primer orden a finales del siglo XIX. Es

posible que los conservadores reacios a los proyectos de Kosigin manifestaran

que bastaría con mejorar la gestión económica para eliminar el despilfarro y

aumentar los recursos, sin necesidad de interferir en el sistema, una manera de

insinuar que el despilfarro era culpa de Kosigin… Pero aunque éste estaba

atado de pies y manos por aquel problema, no se le podía considerar

responsable: el despilfarro era el efecto, no la causa, de la enfermedad, e

investigar las dimensiones del problema ayudaría a identificar de una manera

más clara los obstáculos. Dicha tarea recayó en una Comisión contra el

Despilfarro, a la que concedieron amplios poderes y que contaba

indudablemente con el apoyo de Kosigin, a pesar de que sus enemigos

también eran partidarios de un órgano como aquél (es posible incluso que la

iniciativa partiera de ellos).

Creada en 1966, después de haber sido bautizada de nuevo con el nombre

de Comisión para el Ahorro de Recursos del Estado, estaba integrada por los

responsables de los ministerios y las agencias intersectoriales (Gosplan,

Finanzas, Estadística, Trabajo y Salarios, y Gossnab). Con la ayuda de otras

agencias, su misión consistía en estudiar los sectores clave del sistema,

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