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el siglo sovietico

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Estos acontecimientos desarraigaron a varios millones más en los años

siguientes. Las grandes ciudades perdieron a la mayoría de su población.

Entre 1917 y 1920, la suma de los habitantes de Petrogrado y de Moscú pasó

de 4,3 millones a 1,96 millones (más de 2 millones de personas habían

emigrado). Durante la hambruna de 1921-1922, muchos de los que se habían

quedado se convirtieron en refugiados en busca de comida.

Alrededor de 3 millones de soldados murieron en combate o a causa de las

heridas recibidas o de enfermedad. Unos 13 millones de civiles fallecieron

prematuramente, sobre todo a causa de la hambruna de 1921-1922 y de una

serie de epidemias que se declararon en Rusia, como la gripe española que

asoló a toda Europa. En enero de 1923, la población de la URSS alcanzó su

cota más baja, y se situó entre 6 y 9 millones por debajo de los números de

enero de 1914. La combinación de los hechos de 1914 y de 1921 sumió a la

población de Rusia en la miseria y provocó unas pérdidas colosales. Por

supuesto, estos efectos también se dejaron notar en la economía. La

producción de la industria a gran escala representaba únicamente el 13 por

100 del total de 1913; el acero y el hierro apenas llegaban al 4 por 100. La de

cereales representaba dos tercios de la producción durante el período de 1909

a 1913, un milagro cuya explicación cabe buscarla únicamente en la

terquedad y la resistencia del campesinado. El comercio exterior se había

hundido, y a principios de 1921 se produjo una crisis desastrosa que afectó al

combustible, al transporte y a la alimentación. Entre los trabajadores del

sector industrial, considerados el pilar del régimen, aumentaron las protestas y

cundió el nerviosismo [2] . Nunca en la historia del país se había alcanzado un

punto tan bajo. Los efectos políticos de esta extraordinaria regresión

provocaron una «arcaización» de la sociedad, con la destrucción de muchos

elementos de civilización que se habían ido acumulando en el pasado. Las

consecuencias fueron trascendentales. No cabe duda de que estas condiciones

acercaban al país a la formación de una autocracia primitiva. Sin embargo, a

corto plazo dieron lugar a la Nueva Política Económica, un éxito en muchos

sentidos y el motor de una redefinición de la estrategia del régimen.

En 1917-1919, Lenin, que como ya hemos dicho estaba a caballo de dos

mundos, reaccionó a la crisis del socialismo en Occidente creando en 1919 la

III Internacional en respuesta a la decepción que le había provocado la

II Internacional. Dos años más tarde, se enfrentaban a un Occidente que había

empezado a recobrar el pulso y a una Rusia más atrasada que nunca y que no

era ni mucho menos el puente de mando desde el que dirigir una revolución a

escala mundial. Otro lastre entorpecía la marcha del país: el reto que suponían

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