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el siglo sovietico

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siglo, a pesar de que la situación hubiera empezado a repuntar a partir de la

década de 1880. Las cifras que da P. R. Gregory para la renta nacional entre

los años 1885 y 1913, citadas por Mironov, muestran un crecimiento en el

consumo per cápita a partir de mediados de los años ochenta.

En 1927, como sabemos gracias a los datos fidedignos que se publicaron

posteriormente, la población ya se había recuperado de los estragos de la

primera guerra mundial y de la guerra civil. En las ciudades, la altura media

de los reclutas era de 1,676 metros, mientras que en el campo era de 1,675

metros. Su peso medio era de 61,6 kilos y de 61,9 kilos, respectivamente. Por

lo tanto, el índice de masa corporal, es decir, la relación entre el peso y la

altura, era de 22 y de 22,54, una prueba de lo que Mironov califica como un

«buen bioestatus». A diferencia de lo que se podría esperar, la altura de los

recién nacidos siguió creciendo entre el final de la guerra civil (1920) y

finales de los años sesenta, e incluso entre 1985 y 1991; podemos concluir,

así, que ni los años treinta ni la segunda guerra mundial tuvieron

consecuencias en este sentido. A partir de la generación de 1936-1940, el

aumento de la altura media fue tan rápido en las ciudades como en el campo.

En veinticinco años, creció de media, según diferentes categorías, entre 47 y

61 mm, un aumento sin precedentes. Durante la era soviética, el «estatus

biológico» de los urbanitas, y probablemente también el de la gente del

campo, mejoró.

¿Cómo podía ser si sabemos que el Estado no hacía sino rebajar las

condiciones de vida constantemente?, se pregunta Mironov. El autor opina

que, entre los años treinta y los años cincuenta, la renta familiar per cápita

creció de cuatro maneras diferentes gracias a los recursos internos, y en parte

también gracias a los recursos externos. La tasa de natalidad disminuyó

considerablemente, y con ella el coste de criar a los hijos. Asimismo, se

redujeron los gastos sanitarios, tanto en el conjunto de la población como en

el caso de los niños. Muchas mujeres que no habían trabajado hasta entonces

podían hacerlo, porque tenían menos hijos, había mucha demanda de mano de

obra y el Estado ponía a su disposición guarderías y parvularios. Por último,

la mejora en el «estatus biológico» también fue posible gracias a una mejor

distribución de la riqueza. Por todo esto podemos afirmar que nos

encontramos ante un tema fascinante y apenas estudiado.

Cabe ver estos datos en el contexto de la revolución demográfica que se

produjo en Rusia entre 1920 y 1961, más tardía por lo tanto que en Occidente,

que ya la había superado a principios de siglo. Los rasgos que la

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