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el siglo sovietico

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recordatorio —¿acaso necesario?— de que la mayoría de secretarios del

Partido eran funcionarios, y no gente con un cometido político, que aspiraban

a recibir el mismo trato que el resto de la población, aun cuando su

contribución real a la producción fuera nula.

PENSIONES: UNA CUESTIÓN DELICADA

No hemos esgrimido aún el espinoso tema de las pensiones de los

apparatchiks más importantes del Partido. Se podría pensar que dependían del

cargo que el interesado había alcanzado al llegar al final de su carrera pero,

por sorprendente que parezca, en una burocracia obsesionada por los

privilegios, las pensiones eran un tema menor. El Estado, básicamente,

evitaba el problema, ya que de haberlo afrontado habría tenido que fijar una

edad de jubilación, lo que podría haber tenido consecuencias desafortunadas.

La edad de jubilación era algo que se decidía de un modo arbitrario, un

capricho de los superiores. Esta falta de regulación provocaba no pocos

problemas a los funcionarios de más categoría que se jubilaban o que se veían

obligados a hacerlo. A pesar de la edad, muchos secretarios regionales se

habían apoltronado, impidiendo así la llegada de savia nueva, pues temían

asimismo un descenso pronunciado y dramático en sus condiciones de vida.

Con Brezhnev, las pensiones dependían de lo que acordaran los miembros del

Politburó, incluso en el caso del propio Brezhnev o de la gente de su entorno.

Este vacío legal no hacía sino acrecentar la subordinación de los líderes

locales para con la capital. Con frecuencia, un líder local devoto que no había

cuidado lo suficiente las relaciones con sus superiores se veía perjudicado a la

hora de jubilarse, a diferencia de lo que sucedía con los «pelotas» [9] .

Volvamos la vista a lo que dice Ligachev, un miembro del Politburó entregado

al Partido y conocido por su integridad personal al que, no obstante, más le

habría valido informarse de si tal comportamiento era «comunista» y de los

motivos que tenía para insistir tanto en aplicar al Partido dicha etiqueta.

Acabaremos este apartado, sin embargo, con una nota alegre: finalmente,

el Consejo de Ministros aprobó, en 1984, un decreto que regulaba las

pensiones de los principales funcionarios estatales y del Partido, un año antes

de la llegada de Gorbachov al poder.

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