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el siglo sovietico

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y el entorno empresarial. Estos representantes debían prestar su apoyo político

y moral al gobierno. Según Avksentev, era necesario porque «el gobierno

carecía de cualquier otro apoyo».

La situación que describe Avksentev es una sucesión de paradojas. El

bando democrático ofrecía a los propietarios una mayoría para asegurar la

legitimidad del gobierno pasando por alto que los soviets (a los que lideraban)

eran la única fuente posible de apoyo legítimo. De este modo, buscaron el

refrendo de otros grupos que carecían de un poder equiparable al de los

soviets. Avksentev lo comprendía perfectamente: ensalzaba los esfuerzos

realizados por los líderes de los soviets para organizar a la burguesía e

introducirla en la arena política y apuntaba: «esto sirve únicamente para poner

de manifiesto la debilidad de la burguesía», algo de lo que no eran

responsables ni los bolcheviques ni las fuerzas democráticas. En el gobierno

de coalición, los demócratas (es decir, los socialistas) contaban con el apoyo

de la masa, mientras que sus aliados burgueses no contaban con ningún

respaldo. Aun así, las fuerzas democráticas ofrecían un acuerdo en pie de

igualdad, e incluso aceptaban que se diera un equilibrio de fuerzas

mayoritario, a los constituyentes burgueses de la Asamblea, que no tenían

nada que ofrecer a excepción de su debilidad y que, sin embargo, exigían un

alto precio por ella.

Avksentev recalca la debilidad de todo el proceso en sus sucesivos

intentos por establecer una coalición totalmente artificial. Esto producía

únicamente peleas nimias que no llegaban a crear una unidad o el tipo de

auxilio que necesitaba el gobierno.

El resto de ministros del gobierno provisional (Kerenski, Tereshchenko y

demás) se embarcaron entonces en negociaciones con diferentes protagonistas

en el Palacio de Invierno. Todas las partes eran conscientes de que el país iba

de camino a la ruina y que lo que se precisaba con urgencia era la unidad. Sin

embargo, todos se mantenían firmes en su fórmula sacrosanta temiendo que

las masas del exterior se sintieran traicionadas si faltaban a sus palabras

mágicas. Las discusiones se centraban en cuestiones menores de dogma o en

simples aspectos gramaticales. Mientras se sucedían las puntualizaciones

quisquillosas entre las paredes de palacio, en el exterior se estaba gestando la

tormenta que pronto los arrastraría a todos.

Entretanto se creó un gobierno de coalición y se estableció otro cuerpo, el

Consejo Provisional de la República. Este último se inauguró a principios de

octubre para que los cadetes y los propietarios dispusieran de tiempo

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