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Miles de montañeses, cuyo valor no podia poner en
duda por su antigua fama, por sus proezas en la no
remota lucha con la República y las recientes que
acababan de ejecutar sin armas ni organización contra
los vencedores de Austerlitz y Jena, y cuyo odio
á la dominación extranjera veia retratado en los
torbos semblantes de los habitantes de Barcelona,
aparecían ya en las alturas vecinas y en los pasos
de los rios que limitan aquel pintoresco pero reducido
territorio. Es verdad que, careciendo de armas
propias para la guerra y habiendo de pelear sin el
orden que sólo dan una buena organización y una
instrucción sólida, no tenia que temer Duhesme un
descalabro decisivo que las masas disciplinadas de
su ejército, primero, y después el abrigo de una piaza
tan fuerte como la que ocupaba, harian imposible;
pero, aun con aquella seguridad y abandonando expediciones
lejanas como las de que acababa de desistir,
tenia que atender, no sólo al lustre y al prestigio
de las águilas imperiales que se cernían sobre sus
no muy numerosos batallones, sino que también á
mantener libres sus comunicaciones con Francia,
primera y más urgente necesidad, privado como se
veia del uso libre de la mar, y recomendación la más
repetida que á cada correo le hacia su soberano.
No aparece que preocupara á Duhesme el abandono
en que dejaba la plaza de Tarragona, ocupada
sin oposición por Chabran y en que hubiera podido
fundar un establecimiento muy útil para la
guerra que empezaba. Situada en un país feracísimo
y muy poblado, eu la única comunicación con Valencia
y sobre un excelente fondeadero, condiciones