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A pesar de los pequeños reveses del dia 15 y aun
del ya importante del 16, Dupont se encontraba el
17 en estado de emprender con las mayores probabilidades
de éxito dos operaciones á cual más decisivas
para su suerte. La parsimonia con que necesariamente
tenían que operar los españoles con tropas
en su mayor parte noveles y en su totalidad inexperimentadas,
le data tiempo para ello. A la cabeza
de 15 ó 16.000 infantes, 3.000 caballos y 30 ó 36 piezas
como llegó á reunir al incorporársele Vedel, el
general Dupont podia repasar el Guadalquivir y presentar
á Castaños la alternativa de una gran batalla
ó la de retroceder rápidamente con el peligro de ser
alcanzado y destruido. No hubiera aceptado Castaños
el combate, distantes, como se hallaban, sus dos
primeras divisiones; se hubiera replegado sobre ellas;
pero además de la dificultad de hacerlo con orden
ante unas tropas tan maniobreras, perdía con la retirada
su ejército la fuerza moral que acababa de adquirir
con los combates anteriores. Aun encontrando
en los Visos la casi totalidad de los españoles, que
era lo que esperaba y temia Dupont sin fundamento
alguno, puesto que la división Gobert en Menjivar y
los dos batallones de la 4.* legión en Villanueva no
habrían sido batidos por fuerzas insignificantes, ¿debia
él con casi todo su cuerpo de ejército reunido,
temer el resultado de una acción en campo abierto?
Que lo temió, está, sin embargo, fuera de toda
duda, porque no pudo escaparse á su talento la eventualidad
de tal resolución, y porque, según consta
de una manera auténtica, se la inspiró el general
Vedel al avistarle en Andújar