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contra los primeros soldados del mundo, las tropas
de Reding y Coupigni se mantuvieron incontrastables
en la llanura de Bailen, obligando á sus enemigos
á rendir las armas y á poner en sus manos
libertad, honor y vidas. Decia Dupont á nuestros
oficiales: «Los españoles se han cubierto de gloria y
»se han batido cual las mejores tropas de Europa,
»pues hasta hoy ninguna infantería ha resistido á
»tantos y tan repetidos ataques de nuestras troñas
(1).» El general Castaños escribia á la junta de
Sevilla: «Nuestras tropas en lucha tan desigual se
»han hecho superiores á sí mismas con una constancia
heroica, pues arrostrando peligros, fatigas, hain-
»bres y calores mantuvieron tal firmeza contra los
»ataques del enemigo, que cada soldado parecía ha-
»ber echado profundas raices en el puesto que deofendía,
y demostraron tanta velocidad y ardimiento
»en las cargas sobre los franceses, que éstos mismos
»no han hallado ejemplo de comparación en ninguno
de los muchos ejércitos con quienes han medido
»sus fuerzas.»
¿A qué, en fin, hemos de buscar elogios para nues-
li) El teniente general D. Juan de Aldarna que, como alférez
de caballería, formaba parte de la escolta destinada á acompañar
al general Dupont, contaba que en una de las conversaciones que
con él habia tenido en el camino al Puerto de Santa María, cuando
ya el caudillo francés le demostraba una completa confianza por
los servicios que le iba prestando, le habia dicho: «V. es un joven
«oficial que regularmente no habrá asistido á otra batalla que la de
«Bailen. Que no le sirva á V. de ejemplo; pues ahora que por su
«graduación no mandará más de 25 ó 30 caballos, no debe nunca
«caer prisionero en campo raso. Podrá sí tener que hacer un esfuer-
«zoy romper por medio del enemigo perdiendo ocho ó diez hom-
«bres, pero debe salvarse con el resto.» «¡Lección, decia el general
«Aldama, que tiene tanta más importancia cuanto que, por no prac-
«ticaria debidamente, se veia Dupont en situación tan triste.»