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e se habian decidido temerariamente á combatirle.
Y vencido en sus atrincheramientos y vencido
en campo abierto, hasta el punto de tener que buscar
abrigo detrás de un rio, crecido en aquellos momentos
por las lluvias, y detrás de su numerosa caballería,
considerándose como tal y creyendo imposible
un desquite decisivo y, con él, la conquista de
la mal guarnecida plaza que tenia delante, reunía á
sus generales, hacia un llamamiento al esfuerzo de
sus soldados y buscaba en una pronta retirada la
salvación de todos y la de los intereses militares
comprometidos ante Napoleón en la ocupación de
Cataluña.
No sabemos si con el consejo de sus tenientes ó
por inspiración propia, decidió retroceder á Barcelona,
llamado también, é incesantemente, por el general
Lechi, haciendo volverá Reille con las tropas de
su mando á los anteriores acantonamientos donde la
seguridad de la plaza de San Fernando y las comunicaciones
con la frontera francesa exigían su presencia.
No era pequeño aliciente, de otro lado, para
tal determinación el aislamiento entre sí de las dos
divisiones que componían el ejército sitiador de Gerona,
separadas por un rio que las lluvias de aquellos
dias habian hecho, aunque accidentalmente,
caudaloso, y sobre cuyas aguas no se habia creído
necesario echar el puente llevado de Barcelona, en
la confianza de un pronto y feliz resultado.
La retirada se verificó cual después de un verdadero
desastre. Mientras el conde de Caldagués y sus
soldados velaban recelosos de, conocido su número,
ser al dia siguiente blanco de un ataque que la