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El general Dupont, observando, sin duda, el fruto
que podia sacarse de las ventajas que al principio
de su carga iban alcanzando los soldados de Privé,
dirigió una de sus columnas centrales contra la batería
del camino. Reding, que la vio inmediatamente
de haber emprendido la marcha, se preparó para
recibirla, y con el objeto de quebrantarla antes de
que llegase á las manos con nuestros infantes y artilleros,
lanzó contra ella los dos regimientos de caballería
que hemos dicho formaban allí la tercera
línea.
Con tal ardimiento, tan á fondo, cargaron Farnesio
y Borbon, que sólo el olivar, donde su formación
se hacia imposible, nulo el resultado y temerario
el continuar avanzando, pudo detenerlos en su
rápida carrera. Así es que, alcanzado el objeto de contener
la marcha de los franceses, los dos regimientos
comenzaron su retirada con el mayor orden. Pero
tras de Farnesio y Borbon salieron también del olivar
los coraceros que hemos visto retirarse de nuestra
extrema izquierda, quienes, desorganizando nuestra
caballería, lograron romper la línea española y
penetrar en la batería de la derecha, silenciosa ante
aquella mezcla de jinetes españoles y franceses. El
combate se hizo, puede decirse, que personal. Los
artilleros, ya que no podían con el fuego, trataron
de defender sus piezas con los escobillones y espe-
, ques que tenían en las manos, y con tal bravura y
serenidad mantuvieron su puesto, que la infantería
inmediata por donde los coraceros habian penetrado,
pudo rehacerse y Farnesio tuvo tiempo para reunir
y formar de nuevo sus escuadrones y salvar la bate-