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»cuencia de una batalla en que experimente pérdi-
»das considerables, será necesario tomar grandes
»disposiciones; llamar á marchas forzadas sobre Ma-
»drid á los generales Frére, Caulaincourt, Gobert y
»Vedel; dejar al general Dupont en las montañas de
»Sierra-Morena y aun acercarlo á Madrid, teniéndole
siempre, sin embargo, á 7 ú 8 jornadas, á fin de
^aplastar al general Cuesta y todo el ejército de Ga-
»licia, mientras Dupont sirva de vanguardia para
»tener en jaque al ejército de Andalucía.»
Bessiéres allegaba, pues, en derredor suyo cuantas
fuerzas existían en las comarcas próximas. Las
de la división Merle recibieron la orden de abandonar
Santander, donde sólo quedó el general de brigada
Gaulois con una fuerza escasa para vigilar
aquella provincia. Un batallón de la división Verdier
que habia quedado en Vitoria, fué llamado
también á Burgos, dejando cubierto aquel punto
interesante con cuerpos que entraban nuevamente
en España para servir de acompañamiento al rey
José que ya disponía su viaje á Madrid. Por fin, el
Emperador, preocupado siempre con la suerte de
Bessiéres y temiendo que las órdenes que diariamente
despachaba á Savary para que dispusiera una
expedición que apoyase al mariscal en Castilla la
Vieja, no recibiesen el cumplimiento que deseaba,
dispuso la entrada de la división Mouton, compuesta
de veteranos: «tropas soberbias, decia, todos sol-
»dados viejos,» que constituían el 4.° regimiento de
infantería ligera, el 15 de línea y el 3. er
batallón de
París. Aquella, dice Foy, «era la primera vez que
»pasaban los Pirineos cuerpos que hubiesen comba-