m - DSpace CEU

Dupont soiici- Las tropas de Lapeña no habian llegado todavía
ta una sus- a¡ Rumblar, y en esto no fué exacto Dupont en sus
pensión de . , , , , . . ....
armas.
postenores declaraciones ante la comisión militar
1
que vio su causa, sino que, colocado en una situación
que realmente era desesperada y temeroso de que
un ataque combinado de sus enemigos hiciese imposible
toda capitulación, creyó deber proponer al
general Reding una suspensión de hostilidades. Para
pedirla, salió del olivar el comandante Mr. de
Villautreys, escudero del Emperador, rodeado de soldados
y oficiales agitando sus blancos pañuelos y en
ademán de parlamento. El general Coupigni, que
desde las eminencias de la izquierda, donde permaneció
casi todo el tiempo de la acción, se habia trasladado
al centro, mandó á su ayudante de campo
D. Juan Prast, saliese á recibir al del general Dupont,
y enterado pocos minutos después de su demanda,
que era la de ser admitido á la presencia de Reding,
fueron comisionados para conducirle un comandante
y dos capitanes, entre los que se contaba D. Pascual
Maupoey, el cronista tantas veces citado de aquellos
gloriosísimos sucesos.
Ya delante de Reding y Coupigny, Mr. Villautreys
solicita, en nombre de su general en jefe, una
suspensión de armas. Reding no podia concederla
que en el estado de los prisioneros que condujo á San Lúcar el
coronel D. Juan Creagh de Lacy, aparecen los jefes y oficiales de
los dos regimientos, 196 individuos de tropa del de Reding y 112
del de Preux. En io que no hay verdad es en el aserto de Baste,
que dice: «El ejemplo de la brigada suizo-española, que casi entera
»se pasó á los nuestros, habia contagiado á los del regimiento Freu-
»ler, suizo también al servicio de Francia.» El teniente coronel de
ingenieros D. Nicolás Garrido, dice que se pasaron todos los suizos
e italianos que tenia el ejército francés.