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de cada momento. Ya tenían lugar en las orillas del
Ebro, que los franceses se empeñaban en cruzar por
cerca de S. Lamberto, ya en las obras del frente de
Santa Engracia y el Carmen, hacia donde el enemigo
caminaba para establecerse sólidamente. Hubo dia en
que nuestros voluntarios llegaron hasta las mismas
baterías de los franceses, y lo hubo en que cuantos
enemigos tocaron la izquierda del Ebro, quedaron
muertos ó prisioneros en ella. Cada dia, también, llegaban
á la ciudad refuerzos que compensaban las bajas
incesantes de los defensores. El mismo dia 2 de
Julio entraron algunos paisanos que conducían 26
franceses aprisionados en Ejea de los Caballeros (1); el
3 llegaron 500 voluntarios del 1.° de Aragón, cuya
entrada se solemnizó con música y regocijos, celebrándola
ellos con atacar una de las baterías enemigas,
cuyos cañones, dice un testigo y cronista
de aquellos sucesos, lograron clavar casi sin pérdida
de su parte (2); el 5 se incorporaron sobre unos
200 mozos de Cantavieja y su Bailia; y, por fin, en la
noche del 9 al 10 del mismo mes, se presentó Don
Francisco Palafox con 1.900 infantes y algunos caballos,
destacados de las fuerzas que el barón de Var-
(1) Los de Ejea,dicen varias versiones, soltaron contra losfranceses,
al ser invadida la villa, una manada de toros que no dejaron
de incomodarles, causándoles gran espinto por no estar, sin duda,
acostumbrados á semejante recibimiento.
Tenemos á la vista el pasaporte dado á Francisco Dehesa, vecino
de dicha villa, pan que con un sargento de Guadalajara y 20
paisanos, condujese á Zaragoza 13 franceses de caballería (entre
ellos un sargento y un comisario, sorprendidos en su alojamiento
entre seis y siete de la mañana del 30 de Junio, y otros 13 desertores
presentados por algunos vecinos del mismo Ejea o de pueblo»
inmediatos. Los prisioneros habian llegado á Ej^a en la tarde an
terior.
(2.i Casamayor en su Diario.