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El fuego del castillo y el de la puerta de Sancho De ia puerta
habian puesto en alarma todos los puntos exteriores
de Zaragoza. El más amenazado era la puerta del
Portillo, y lo revelaba el cañoneo incesante de que
se la habia hecho blanco. Apenas cubiertos los boquetes
hechos por los proyectiles el dia anterior en
la ba tería que resguardaba la puerta, la guarnición
de aquel punto habia visto en aquella fatal mañana,
no sólo inutilizado su trabajo, sino que también casi
allanada la obra toda de cuya custodia se le habia
hecho responsable. Los artilleros y los paisanos habian
sido reemplazados y relevados varias veces,
aunque con la economía que exigían la mortandad
notable que se experimentaba tras de aquellos merlones
desmoronados y la independencia casi absoluta
de los defensores en su. servicio esencialmente
voluntario. Ya de dia, era imposible que una guarnición
de aquella índole se mantuviera en la batería
resistiendo inactiva el huracán de gruesos proyectiles
con que la azotaba la artillería enemiga, atenta
á abrir por allí paso ancho y expedito para las columnas
de ataque. Así es que, al romper la marcha
la destinada á la puerta del Portillo, la batería podia
considerarse como abandonada. Los franceses tenían
que salvar un espacio bastante considerable entre
parajes.—De todas suertes, Excmo. Sr., el celo de Renovales cubrirá
cualquiera defecto, mientras exista.»
En el segundo, lamentándose de que los trabajadores de los
tercios vayan á San José sin sus oficiales para vigilarlos, dice: «Yo
no tendré embarazo en ponerlos, aunque sean capitanes, de cabeza
en el cepo siempre que no me desempeñen sus deberes, y me separaré
de las Ordenanzas militares atendiendo á las circunstancias
del tiempo.»
Se conoce que. como vulgarmente se dice, Renovales gastaba
malos humos.
del Porllll
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