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San Genis (1), juraron de nuevo vencer ó morir, y
volvióla pelea á reproducirse sangrienta y sin tregua.
Avanzan los Mientras los franceses atacaban infructuosamenzamgozanos
t e e\ hospital de Convalecientes y la Encarnación y
desperdiciaban tiempo y fuego en batir las barricadas
del arco de Cineja y de la calle de San Gil con
baterías que habian levantado en la de Santa Engracia,
Renovales iba asaltando las casas inmediatas al
hospital general y se apoderaba del convento de
Santa Catalina y del Jardín botánico. Por más que
el enemigo relevaba las tropas con frecuencia, el
entusiasmo de los sitiados subía de punto hasta rayar
en delirio, acometiendo aisladamente y en grupos
con uua temeridad que no pueden menos de
proclamar los mismos historiadores franceses.
En tan ruda y descomunal pelea sorprendió á Lefebvre
la noticia de la rota de Bailen, recibida en
la mañana del 6 por conducto de Belliard jefe de Estado
Mayor de José Bonaparte. Con ella venia la orden
de prepararse al levantamiento del sitio de Zaragoza,
por ser el plan del pretendiente, al evacuar
Madrid, el de retirar todas las fuerzas francesas á la
izquierda del Ebro. Ya podia, pues, darse por terminada
la campaña de Aragón y pensaban Verdier y
Lefebvre en comenzar sus preparativos de retirada,
cuando el 7 llegó la revocación de aquella orden y
la nueva de continuar e! ataque de Zaragoza. Se
queria hacer de esta ciudad un punto de apoyo en la
línea del Ebro para con toda seguridad esperar los
(4) San Genis dijo en el Ayuntamiento: «Hay recursos; el ma-
»yor don de la guerra es ganar tiempo, y á todo trance deberemos
«perecer entre las ruinas.»