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de Duhesme en Barcelona, debieron llegarle, además
de las instrucciones correspondientes, la proclamación
de José por el Emperador, esperanzas de socorro
próximo y la orden de no economizar el rigor para
mantener el Principado en obediencia. No necesitaba
estímulo sobre este punto el comandante en jefe del
cuerpo de ejército de los Pirineos Orientales, acostum.
brado desde su entrada en España á permitir además
á sus tropas todo género de arbitrariedades y desmanes,
y que él mismo, como en despecho del revés de
Gerona, acababa de cometer en los pueblos del tránsito
y especialmente en la desdichada villa de Mataré,
con tantas everidad antes castigada. La tenacidad
de los somatenes en sostenerse en las alturas
de San Pedro Mártir para insultar de noche los puestos
avanzados de los franceses, servia de pretexto
para ejercer las más crueles rapiñas en los campos
inmediatos; y así como los carros de que se habian
hecho acompañar los expedicionarios de Gerona volvían
cargados del botín recogido á su regreso, así
los á que cada noche abrían paso las puertas de San
Antonio y del Ángel revelaban los extragos causados
en la campiña y aldeas vecinas de Barcelona. En
la misma ciudad, y con refinamiento igual, al tiempo
mismo en que se hacían públicas la proclamación
del Intruso y la ordenen que se revocaba la del permiso
de uso de armas á todos los catalanes, se iba
exigiendo hasta por simples subalternos y auctoritate
propina no pocas veces, dinero, víveres y alhajas
de inermes ciudadanos que consideraban á salvo sus
intereses, conservándolos á la inmediación de las
autoridades imperiales.