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con el patriotismo de que tan relevante prueba estaban
dando, el ejército invasor tenia que dividirse
en fracciones que nunca podían ser muy numerosas,
por ser aquel escaso para empresa de tal magnitud,
y marchar en líneas tan divergentes á los principales
centros de sublevación que, al llegar á su destino,
tendrían que encontrarse débiles, sin esperanza de
apoyo y ante posiciones ó ciudades que, con corta resistencia
ó con cerrar sus puertas, casi podrían vencerlos
para después, en su retirada por medio de un
país levantado en masa, confundirlos y acabarlos.
Acción de los No duró mucho, sin embargo, aquel estado de
generales aislamiento y, especialmente en las provincias lejaespa
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algunas.
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tos á la cabeza del alzamiento nacional, pensaron
en adelantarse al enemigo y arrojarlo del suelo patrio.
Llamaron las tropas que se hallaban en Portugal;
cubrieron las bajas de los regimientos de línea
que guarnecían los distritos en que esto sucedía; organizaron
é instruyeron en lo posible nuevos cuerpos
con oficiales veteranos; y, reuniendo algún material
de campaña, regularizaron, en lo posible, la
constitución de pequeños ejércitos. En la mayor
parte de las provincias fueron estos jefes arrastrados
al campo de batalla por la voluntad omnipotente de
las turbas, y mal podían, obedeciéndola en todos sus
caprichos jactanciosos y locos extravíos, alcanzar
fin alguno grande y decisivo. Consiguióse en alguu
punto; pero fué donde lo más defectuoso del plan de
Napoleón y los errores de sus tenientes coincidieron
con la mejor organización de nuestros ejércitos
y mayor habilidad de nuestros generales. Aún así,