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despedida con estridente algazara por los vencedores.
Reemplazando los artilleros con ignorantes é inexpertos
paisanos y burlándose del fuego de la artillería
francesa, cuyos proyectiles pasaban muy por
encima de sus cabezas, los defensores de la puerta
del Carmen se vieron en pocos instantes libres de la
presencia de sus enemigos diezmados por las balas
y corridos de su vencimiento.
Entretanto la columna de la derecha maniobraba
para apoderarse de la puerta de Santa Engracia. A
su aproximación, fueron retiradas del puente del
Huerva las dos piezas que dijimos habían sido situadas
en él. Desde el olivar bajo, plantado al pié de
la torre del Pino, junto al convento de Capuchinos
en el cual se estableció para evitar los fuegos de
nuestra artillería, la columna francesa lanzó á la
puerta algunas compañías que inutilizaron la batería
española, y un escuadrón de lanceros que, arrollándolo
todo, penetró en la ciudad y se dirigió
á toda rienda hacia la puerta del Carmen y cuartel
de caballería, con el objeto, sin duda, de abrir
paso á las otras dos columnas. En la rapidez de
su carrera y en la ignorancia de los sitios, llegaron
los jinetes franceses á la plaza del Portillo, donde la
nube de paisanos que los iba persiguiendo y los defensores
de los puestos inmediatos acabaron con la
mayor parte de ellos, mientras el resto huia á buscar
salida por donde habían logrado penetrar.
Los de Santa Engracia no pudieron mantenerse
tampoco en la batería tan arrebatadamente conquistada.
Abrumados por la lluvia de proyectiles que
sobre ellos hacían caer los zaragozanos desde el con*