m - DSpace CEU

pitan O'Lawlor, cuyo valor y talento le habian hecho
merecedor de la estimación de todos los defensores
de Valencia.
En la ciudad, la alegría rayaba en delirio. La reciente
victoria, llenando de orgullo legítimo á los
habitantes, les hacia sentir la retirada del enemigo
que suponían les privaba de la satisfacción de vencerlo
de nuevo y aun de hacerlo prisionero. No por
eso perdieron la esperanza de conseguir resultado
tan grandioso: se ofició á los generales conde de Cervellon
y Llamas para que acudiesen á interceptar á
Moncey el paso por la carretera general, y se comenzó
la formación de un pequeño ejército, compuesto
de las tropas regulares y de las mejor organizadas
que acababan de defender á Valencia, para que con
el conde de Romrée á su cabeza persiguiese á los
fugitivos. El conde del Montijo, que llegó á Valencia
el dia 28 á tiempo de poder tomar alguna parte
en la última de la defensa, fué comisionado al cuartel
general de Llamas con el encargo de activar la
persecución de los franceses. No se perdonó, en fin,
esfuerzo alguno para hacer completa y decisiva la
victoria que se acababa de alcanzar sobre uno de los
primeros mariscales del imperio napoleónico.
A los deseos no correspondían, sin embargo, la
habilidad y las fuerzas de los jefes del ejército valenciano.
El conde de Cervellon no se consideró con
recursos para atravesarse en el camino de los franceses.
Llamas llegó tardíamente á las orillas del
•Júcar y, en lugar de perseguirlos, obedeció las órdenes
de su general en jefe que le llamaba á su lado;
el ejército de Romrée se redujo á unos 1.000 hom-