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Frente á la puerta del Carmen, por el contrario, el
terreno es bajo y la artillería emplazada en él no
podría batir convenientemente las fortificiones de los
sitiados, dominantes todas. Por otra parte, desde Torrero
era más fácil y más segura la marcha de las
obras de aproche; lo encajonado del Huerba en aquellos
lugares y su proximidad al recinto ayudarían á
la formación y á la salida de las columnas de ataque,
sirviendo, además, como de foso y de resguardo
para las baterías de brecha. Los conventos de S. José
y de Capuchinos, de no difícil conquista por el
abandono en que puede decirse que se les tenia por
los zaragozanos, servirían en tal caso de reductos de
apoyo para aquellas baterías en sus dos alas, y desde
ellos se podrían atalayar las del enemigo en la
línea amenazada, é imponer á los sitiados una vigilancia
constante y fatigosa.
Así lo comprendieron éstos, aunque algo tarde,
y se apresuraron á despejar el terreno ya que no pudieran
defenderlo con obstáculos cuyo establecimiento
era ya imposible.
Todas las inmediaciones de aquel frente fueron
taladas, no respetándose ni los olivares más productivos
ni las quintas ó torres más bellas de las márgenes
del Huerva. No siempre se pudieron llevar á
cabo estas devastaciones sin peligro, resistiéndolas
los sitiadores que esperaban utilizar accidentes tan
propios para oprimir la ciudad de cerca; pero los zaragozanos
unieron á la abnegación de perder cuantiosos
haberes, la de derramar su sangre porque no
fuese inútil tamaño sacrificio.
Los combates entre las avanzadas eran diarios y