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que por espacio muy dilatado recorren un continuo
desfiladero, tan elevados y abruptos son los estribos
que separan los valles en que han sido abiertos;
muy especialmente al cruzar las aguas el escudo
de Cabuérniga, una de las sierras paralelas á la
cordillera que forman el sistema orográfico de ia
vertiente septentrional, señalado, más que en ninguna
otra, en aquella provincia.
Atar» a los os- Ya hemos dicho que la Junta de Santander habia
pañoles en ¿estacado al paso de Reinosa y ai puerto del Escudo,
a c r i e- u n o s 7 QQQ hombres que al apoyo de algunas compañías
del provincial de Laredo se encargasen de
impedir á los franceses la entrada en la provincia.
El general Merle en su primera expedición, los habia
encontrado, efectivamente, parapetados en la
vía; no atacándolos por la orden que recibió en
aquellos momentos para retroceder en busca de Lasalle.
Esta retirada, que ios españoles habían atribuido
á otras causas que las verdaderas, los habia envalentonado
á punto de atreverse á hacer excursiones
por tierra de Burgos, y no pocos habían vuelto
á sus hogares en la confianza de que ios franceses
tenían bastante ocupación en Castilla para volver á
atacarlos en mucho tiempo. Así es que el 20 de Junio
mantenía las posiciones en que se pensaba resistir
á los franceses poco más de la mitad de la gente
que en el primer calor de ia sublevación se habia
prestado á pelear allí, sin cuidar siquiera de fortificarse
para hacerlo mejor y con éxito completo.
Frente á Reinosa el coronel D. Juan Manuel Velarde,
cuyo apellido le valiera el nombramiento de capitán
general, mantenía aún reunidos unos 3.000