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general Llamas, sin atribuciones para ello y antes
de organizar las tropas que se iban reuniendo, se habia
adelantado á la Jorquera con el objeto indudable
de acercarse á las del Cabriel y ligar sus operaciones
con ellas. Aun cuando Moncey mudara de pensamiento
y tratase, con noticias ya del terreno que le
era necesario atravesar por el camino emprendido,
de esquivar el encuentro de las muchas fuerzas que
en él podían oponérsele, la distancia considerable
que separa á Cuenca de Almansa permitiría siempre
á las tropas españolas anticipársele en la ocupación
de esta ciudad y del puerto de su nombre. Los generales
españoles debian estar bien servidos en
cuanto á noticias sobre los movimientos del enemigo,
y las distancias que tenían que recorrer, una vez
establecidos en la línea del Cabriel, para extenderse
al Júcar y Almansa, eran sumamente cortas y podían
salvarse sin temor alguno de verse flanqueados
ni envueltos.
No hay modo, pues, de disculpar la marcha del
conde de Cervellon á Almansa y mucho menos la
poca diligencia que empleó para ponerse al frente
de su ejército, cuando era de suponer que los franceses
se presentarían de un momento á otro á las
puertas del reino que estaba encargado de defender.
Aún eran mayores los desaciertos cometidos por
el general D. Pedro Adorno, nombrado por ia Junta
para, con algunos de los cuerpos nuevamente creados
en que se habian hecho entrar varios de los soldados
fugitivos de los puntos que ocupaban los franceses,
situarse en las Cabrillas y, llevando á ejecución el
plan de defensa ideado por el coronel Cabrer, impe-