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producir, hacian importantísimo para la causa nacional.
Pero en el camino la vuelta del ejército francés
á Barcelona habia de ser más trabajosa que su
salida. Dos corsarios enviados de San Feliú de Guixols,
impidieron en Calella la recomposición de las
cortaduras anteriormente ejecutadas, y el temor de
perder tiempo obligó á Duhesme á evitarlas ganando
las montañas vecinas, para lo que tuvo que abandonar
toda su artillería de campaña. Más adelante,
en Arenys de Mar, le esperaban los mismos buques y
las fragatas inglesas que habian asistido á la toma de
Mongat, que le hicieron dejar aquel camino para tomar
el alto del interior; y aunque volvió á Mataró y
desde allí se dirigió rectamente á Barcelona, no fué
sin que desde el mar y desde los montes los marinos
y los migueletes de Barceló le incomodasen de continuo
y le causaran un número considerable de bajas
en su ejército. En Badalona, por fin, acabaron
las zozobras de Duhesme: Lechi con unos 1.000 infantes
y cuatro piezas habia salido á recibirle y, después
de recuperar el fuerte de Mongat, casi abandonado
por los migueletes, más atentos á ofender á los
expedicionarios franceses que á la custodia de un
puesto sin importancia en su género de guerra,
avanzó por la carretera hasta encontrar á su general
en jefe.
Este se encerró en los muros de Barcelona escarmentado
rudamente de toda operación ofensiva y
resuelto á no salir de la pasiva de un sitiado hasta
que Napoleón emprendiera con todos sus recursos
una nueva y próspera campaña.
Conclusión. Al meditar sobre el resultado de las operaciones