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que hacia la descubierta y no haberles llegado aviso
alguno hasta los momentos en que ya se presentaba
el enemigo, se dirigieron confundidos y en gran desorden
á las eras, punto señalado para su formación
en cualquier evento. No habian salido todos aún del
pueblo, cuando, según iban entrando en la línea,
entre el Jalón y el camino de Zaragoza, los más
diligentes tuvieron que romper el fuego contra
los franceses que se acercaban apresuradamente á
ellos. Lo peligroso de un ataque nocturno, una vez
descubierto, y lo nutrido del fuego de nuestros compatriotas,
aunque la confusión ya denunciada y la
oscuridad lo hiciesen poco mortífero, mantuvieron á
Khlopiski largo rato irresoluto ante la línea española.
No hay datos irrecusables respecto al combate,
porque los franceses no se han detenido á dar pormenores
que satisfagan, ni los españoles han relatado
con severa exactitud las diferentes peripecias de la
refriega. En unos y otros de los historiadores de
aquellos sucesos, se observa una grande exageración
á poco que se reflexione sobre la duración del combate
de Épila y sobre sus resultados. Los franceses
la describen como una sorpresa en que duró muy
cortos instantes la resistencia que se atrevieron á
oponer los españoles formados al presentarse el enemigo:
Palafox y los suyos, á vuelta de grandes elogios
tributados á la bizarría de las tropas, no consignan
otro resultado que el de la traslación de su cuartel
general á otro punto, «más ventajoso,» dice el
general en su parte, pero muy á retaguardia de la
posición del dia 23.
Lo que debió suceder en Épila es que el Coronel