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on salvar á sus protegidos de la rabia, la codicia y
la sed de sangre de sus subordinados. Por fortuna el
vino, la fama de cuya excelencia y abundancia se divulgó
por entre las tropas, atrajo á los soldados á las
casas y tiendas donde esperaban encontrarlo. Bien
pronto las balas abrieron ancho boquete por donde
derramarse el licor tan codiciado, y en la sed inmensa
que abrasaba á aquellos hombres, devorados por el
calor del dia, el del combate y el de la inmunda hazaña
con que estaban acabando la jornada, todos,
ebrios y trastornados, tuvieron que entregarse al
sueño y al reposo (1).
(1) Thiers forja una batalla inter muros para disculpar aquella
indisculpable y atroz hazaña.
Vamos á contestarle con los párrafos más apropiados de las
«Memorias del Capitán Baste.» testigo presencial de la catástrofe
de Córdoba.
DlCB THIERS:
«Se hizo acercar la artillería,
se derribaron las puertas y se
entró en columna por la ciudad.
Fué necesario tomar varias barricadas
y después atacar, una
á una, muchas casas en que se
habian emboscado los brigantes
de Sierra Morena. El combate
se hizo encarnizado. Nuestros
soldados, exasperados por
la resistencia, penetraron en las
casas, mataron á los bandidos
que las ocupaban y precipitaron
un gran número de ellos
por las ventanas. Mientras que
los unos sostenían esta lucha,
los otros habian perseguido en
columna el grueso de los insurgentes
que habia huido por
el puente de Córdoba. Pero bien
pronto el combate degeneró en
uu verdadero brigandajp y aque-
DICE BASTE:
«Dióse la orden de echar por
tierra las puertas, y nuestras
tropas penetraron en la ciudad
al paso de carga. La encontramos
evacuada por las tropas españolas
que huían en el mayor
desorden, ya por el camino de
Fcija en la izquierda del Guadalquivir,
bien á las montañas,
al otro lado de Córdoba. Pero
fué imposible contener la avaricia
del soldado que recorriendo
las calles con la bayoneta
calada se abria paso por todas
partes y se esparcía por las casas
para robar. Ya á un tercio de
la ciudad, una de las primeras
columnas que marchaba aún
formada, fué recibida á tiros
desde las ventanas de diferentes
calles, lo que nos persuadió
de que los habitantes habian