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gacion sagrada en todo militar de acudir á la voz
del canon que oía retumbrar por su derecha, se encaminó
por la izquierda á Vadocañas, al punto
precisamente más apartado del lugar del combate.
Allí le llegó, ya de noche, la fatal nueva de lo sucedido
en el puente de Pajazo; noticia que, en vez
de producir en su ánimo la resolución de ejecutar las
instrucciones de la junta acosando al enemigo por
flancos y retaguardia como terminantemente se le
habia mandado, le impulsó á buscar en la Jorquera
el abrigo de las tropas que mandaba el general
González Llamas. Con más decisión y diligencia, aún
podia justificar su proyecto de defender la línea del
Cabriel, ensayando una nueva., pero más eficaz, resistencia
en las Cabrillas, para loque todavía le quedaban
tiempo y los medios mismos que el dia anterior,
si se exceptúa la cooperación de los suizos, cuya mala
suerte no podia en aquellos momentos conocer. Faltáronle,
para enmendar tantos errores, talento, consejos
y hasta aquel espíritu de verdadera desesperación
que en ocasiones tales dirige al camino del honor
para salvarlo de una mancha que entonces, por
desgracia, se hizo indeleble sobre Adorno, condenado
dos años después á perder su empleo de mariscal
de campo.
•cion de las ^° P ocu
a detener mucho á Moncey el trance de
cabrillas, la acción entablada en el puente de Pajazo por tan
pocas fuerzas como las que le habian opuesto los
españoles, ni las bajas que sufriera su ejército, reducidas
á las de 9 hombres muertos ó heridos; pero
las malas condiciones del camino, de no fácil tránsito
para la artillería, y la resolución, en él invaria-