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francesas.—Se renueva el combate.—Victoria de los aragone­
ses.—Nueva faz que toma la defensa de Zaragoza.—Lefebvre
apela de nuevo al camino de las intimaciones.—Avanzan los za­
ragozanos.—Palafox se enseñorea de la izquierda del Ebro.—Le­
vantamiento del sitio.
Zaragoza des- L a acción de las Eras infundió en los zaragoza-
pues de ia n Q g aij e n{. 0 p
acción de
a r a proseguir en la defensa de la ciudad
A 1
las Eras, y esperanza de que fuese con éxito.
Habian combatido sin dirección alguna, entregados,
puede decirse, á sí mismos, con el esfuerzo
que dan el patriotismo y la repugnancia á la intervención
extranjera. Para rechazarla, estaban dispuestos
á los mayores sacrificios, y los habitantes
de todas condiciones y sexos habian rivalizado el
dia 15 en la demostración de sentimientos tan generosos.
Si los hábiles se arrojaban á la pelea con el
valor característico de su noble raza, los imbeles,
ancianos ó niños, acudían á levantar obstáculos en
el camino de los invasores; las mujeres trasportaban
municiones ó refrescos á los combatientes, habiéndolas
que se atrevían á hacer uso del arma que encontraban
por el suelo; y los sacerdotes, en fin, iban
á rogar en los templos al Altísimo por el triunfo de
sus compatriotas, ó al campo de batalla á confortar á
los que peleaban con la esperanza de la victoria, y á
los moribundos con la de su recompensa en la región
de los bienaventurados.
Pero por los resultados que habia producido en
los momentos más difíciles la presencia de unos
cuantos artilleros y voluntarios de Tarragona, más
ganosos de acudir á la pelea inmediata que á los
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