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campo en aquella noche sin comunicar su resolución
hasta que por un correo que le alcanzó en Guarroman,
notició á Vedel su intención de adelantarse al
enemigo asegurando los pasos de la Sierra.
Vedel creyó que para cumplir las instrucciones
de su jefe, debia continuar por la carretera hasta
unirse á Dufour y, después de representar á Dupont
la importancia que en aquellas operaciones tenia la
posesión de Bailen y de haber hecho reconocer todas
las avenidas hacia el Guadalquivir, en las que
no descubrió peligro alguno ni sospechas de que
amenazase, prosiguió su marcha á Guarroman. Dufour
confirmó cuantas nuevas le habian hecho abandonar
Bailen y, sin otras en contrario, Vedel le
ordenó pasara inmediatamente á Santa Elena, siguiéndole
él al poco tiempo hasta La Carolina
para reconocer el camino de Aldea Quemada, por
donde se suponía pasarían los españoles á tomar de
revés las montañas. Los corredores no descubrían
por ninguna parte más que guerrillas sueltas cuyo
objeto no podia ser otro que el de interceptar correos,
adquirir noticias y, á lo más, alarmar á los
franceses. Convencido Vedel de que no hacia más
que correr tras un fantasma y que no era por la
Sierra por donde los españoles intentaban asestar el
rudo golpe con que hacia dias andaban amenazando,
recogió todos sus destacamentos y se estableció en
La Carolina, esperando noticias del enemigo y nuevas
órdenes de su general en jefe.
Dupont, al saber estas operaciones de su teniente,
comprendió cuan grande era el vacío que quedaba
entre las divisiones de su ejército. Era necesario
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