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no yacían por tierra y de secundarlo con la caballería
que se encontraba próxima, se vio también detenido
en el laberinto de matas y de arbustos que lo
separaban de los zapadores, quienes, al observar su
retirada, prorumpieron en un viva á España que con
el mayor entusiasmo fué repetida por los infantes
y ginetes inmediatos.
En el ala izquierda no eran los franceses más
afortunados que en la derecha y el centro. Obtuvieron
al principio alguna pequeña ventaja; pero sólo
por instantes lograron ocupar el terreno en que se
habian establecido nuestras guerrillas. El brigadier
D. Francisco Soler tenia desplegado á su frente el
primer batallón del regimiento de Órdenes militares,
de que era coronel, y fiado en lo escabroso de las
cañadas que forma el cerro Valentín en que campaba,
lo habia hecho avanzar por compañías y aun por
mitades en una grande extensión, hasta tocar, puede
decirse, con la línea de los franceses. Se habia
adelantado mucho aquel cuerpo y no era su formación
la más propia para combatir contra unas tropas
como las francesas; así es que no pudo resistir el ímpetu
de la caballería que cubría la extrema izquierda
de los enemigos. Los soldados de Órdenes, agrupados
en derredor de los olivos, se defendieron valerosamente
á tiros y bayonetazos de los cazadores
de Dupré que andaban mezclados con ellos; pero
hubieran perecido todos sin el fuego certero de los
guardias Walonas que se encontraban á sus espaldas,
y la marcha avanzando que habian emprendido
los cuerpos y las partidas de Venegas y Montagne.
Viendo el general Chabert su artillería desmon-