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cordar el reciente descalabro de los de Torquemada.
Cuesta, cediendo, á la vez que á las exigencias de
los sublevados, al anhelo que después demostró con
tan lamentable frecuencia de reñir grandes y campales
batallas, no intentó siquiera oponerse á plan
tan descabellado; dando con esto lugar á que hubiese
después quien atribuyera á despique de las contrariedades
que habia experimentado, una conducta
inverosímil en quien demostró siempre sentimientos
y procederes del más acendrado patriotismo. (1)
Las fuerzas de los españoles consistían en 4 ó
5.000 paisanos, mal organizados por carecer el distrito
de tropas de línea de que pudieran sacarse
cuadros en que instruirlos; de un destacamento de
Guardias de Corps fugados del Escorial y de los que
habían acompañado á Fernando Vil á Bayona; de
otro de Carabineros Reales que hallándose acantonado
en Burgos para el paso del mismo soberano,
habia logrado arrancar, puede decirse, de manos de
Bessiéres la insistencia suspicaz de Cuesta; y de dos
escuadrones del regimiento de la Reina, cuyo personal
consistía en unos 200 jinetes y no todos bien
montados. Cuatro piezas de campaña que los Cadetes
de artillería habían podido salvar en su retirada
de 3egovia en malas cureñas y con peores atalajes,
acompañaban también á aquel cuerpo de ejército en
embrión, devorado por la indisciplina y arbitro de
los que mal pudieran llamarse sus jefes y adalides.
(1) Nos hace opinar asi el no ver consignada en el manifiesto
que poco después dio á luz el General Cuesta oposición ninguna
al plan de la acción que. indudablemente, le fué sugerido por sus
noveles subordinados.