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dados y reunir hasta 3.000 á sus banderas. La detención
de los franceses en Tudela le dio tiempo, no
sólo para obtener este resultado que él ni podia presumir,
sino para organizar de nuevo su división y,
con la llegada de dos batallones, otros 50 dragones
y cuatro piezas que en el dia 10 fueron á incorporársele
desde Zaragoza, pensar en tomar la ofensiva y
dirigirse otra vez al encuentro del enemigo. Y no
sólo avanzó hasta Mallen en la noche de aquel dia,
sino que, llegando al siguiente su hermano D. Francisco
con nuevos refuerzos, lo dirigió á las alturas de
Nuestra Señora de la Misericordia, en ei camino de
Borja, para que con 1.000 infantes impidiera las frecuentes
correrías de los franceses y, al atacarles el
marqués de Lazan por el frente, amenazase él contarle
sus comunicaciones y hasta la retirada. ¡A este
punto habia recobrado la confianza un ejército de
paisanos, tan reciente y completamente destruido,
y á éste llegaba la obcecación ele su general, á quien
la mayor lisonja que podemos dirigir, es la de que
marchaba empujado por la voluntad, incontrastable
entonces, de sus soldados! Porque allí, como en todas
aquellas muchedumbres que alzara el sentimiento
de repugnancia á la dominación extranjera,
era desconocida la obediencia, y si alguna vez se seguían
las inspiraciones de los jefes era poique, acordes
en el fin á que pudieran dirigirse, exigían un
orden, de todo punto imprescindible, si habian de
ponerse en ejecución.
Mallen, situado en una suave eminencia coronada
de un antiguo y ruinoso castillo, no ofrece una
buena posición á un ejército regular y disciplinado.