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Así acabó la acción del puente de Alcolea sobre
la que tantas versiones y tan diferentes juicios se hicieron
entonces y han dado á la estampa posteriormente
los historiadores de uno y otro bando de los
beligerantes. Reclamar para ella las proporciones de
una batalla con sus grandes maniobras, considerable
duración y mortandad no escasa, seria querer desfigurar
la verdad históiica; representarla como una
simple escaramuza en que á la amenaza tan sólo de
las masas enemigas ceden los españoles y se desbandan
para acogerse á la ciudad próxima ó á los
montes vecinos, es, no sólo faltar á aquella verdad,
sino debilitar, á la vez, la propia reputación de los
que así quitarían íuerza á una de las razones que indudablemente
tuvieron para detenerse en la marcha,
á su parecer triunfal, que habian emprendido. Porque
los franceses no dejarían de distinguir entre sus
adversarios á los que formaban parte de la fuerza
veterana; y, sabiendo que á espaldas de ella se estaba
organizando un ejército con cuerpos cuya calidad
y número no debían serles desconocidos pues que procedían
de Portugal, del campo de San Roque y de
las guarniciones de Sevilla y Cádiz, comprenderían
que iba á serles quizá difícil vencerlo cuando no habian
podido desordenar siquiera aquella escasa tropa
que combatía con el informe cuerpo de vanguardia
mandado por Echávarri.
Las bajas de una y otra parte fueron escasas. Los
franceses perdieron unos 140 hombres, guardias de
la de París en su mayor parte, muertos ó heridos en
el ataque del puente. Los españoles no llegaron á experimentar
ni tan insignificante pérdida porque.