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Dos caminos habia para Madrid: el que acababa
de recorrer y el que pasa por Almansa y Albacete.
El mariscal Moncey habia elegido antes el primero
por corto; mas las dificultades que tuvo que vencer
le revelaron las que encontraría si, después de un
revés tratara de arrostrarlas de nuevo. Las noticias,
que le llegaban á cada momento por los rezagados
le hacían conocer, además, que en las Cabrillas se
reunían y fortificaban las tropas del general Llamas
que habia dejado sobre su flanco derecho, disponiéndose
á cerrarle el paso, si retrocedía, y á disputarlo
á los refuerzos que Murat le enviase por aquel
camino. La carretera de Almansa ofrecía en primer
lugar la ventaja de una gran facilidad para la marcha
de su artillería tan deteriorada en la que acababa
de recorrer, y después la de que, siendo el
terreno despejado y llano, cabria el hacer uso de la
caballería, tan temible siempre á las tropas de nueva
creación ó sin los hábitos de la guerra. No dejaría
también de inclinarle á emprender la retirada
por este camino la idea de que los enemigos, que en
»en la noche anterior en unión de los cuerpos de paisanos regimentados
que tenia á sus órdenes, y ue los que habían acudido
"de antemano habiendo coronado las alturas de la Pólvora y sus
"inmediaciones, mezclando los armados con desarmados para
'•aparentar tuerzas que realmente no tenia, desistieron de su eiu-
•presa; y entre ocho y nueve de la mañana formaron su ejército en
"tres columnas con la del equipaje en el centro, y aparentando
«diferentes movimientos, marchando y contramarchando, emprendió
su retirada en la tarde por el camino de Torrente abandonando
una pieza de artillería, dirigiéndose á Torre Pioca desde
«donde avanzó una división al Ginet.»
Fué el 29. El escrito de Miranda, como redactado en 1819 y
donde el general no tenia datos á la mano, hallándose mandando
e
n Ceuta, adolece de algunas equivocaciones respecto á las fechas
de los sucesos en que tomó
fesarlas.
parte. El mismo se anticipa á con­
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